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Correr con la “mente” sobre terreno técnico

Consejos para tomar decisiones rápidas

Redacción Trail Run

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Una de las grandes asignaturas pendientes del corredor de montaña es la de desplazarse con soltura por terreno técnico. Cuando nuestro camino deja de ser un agradable sendero de tierrecilla y se convierte en un terreno pedregoso nuestros sentidos tienen que multiplicar su atención para no perder el ritmo y, sobre todo, no sufrir caídas ni torceduras. En nuestra contra jugará siempre el cansancio, que aumentará con el paso de los kilómetros en las pruebas de larga distancia. Cuando la fatiga llega a nuestros músculos y mentalmente tampoco estamos como al principio, todo se complica, nuestra atención tiende a disminuir. Nos cuesta más medir bien la longitud o elevación de nuestra zancada, el volumen de las rocas o la posición de las piedras y demás obstáculos del camino; de tal modo que aumentamos exponencialmente el riesgo de sufrir un tropiezo. Hemos perdido frescura y, por tanto, perdemos detalle de los elementos del terreno.

Por ello, es importante estar con los cinco sentidos puestos cuando atravesemos una zona técnica y nuestro cuerpo ya lleve una buena “paliza” de kilómetros encima o notemos que estamos ciertamente cansados. La velocidad a la que piensa nuestro cerebro debe ser más rápida de la que actúen nuestras piernas, para que nuestra mente vaya por delante de nuestros movimientos. Esta estrategia es clave para avanzar con seguridad en terrenos complicados. Así pues, un consejo que te damos es que, durante la zancada, cuando tomas una decisión y ya hayas comenzado la fase de despegue no cambies de idea en pleno “vuelo”, porque resulta muy complicado rectificar la zona de aterrizaje. La decisión sobre dónde realizaremos el próximo apoyo hay que tomarla antes de despegar el pie del suelo. Una vez tomada, llévala contigo hasta el final, aunque luego consideres que no era la mejor opción.

Así mismo, cuanto menos confianza nos de la superficie donde realicemos el apoyo (roca, piedra, raíz, grieta, etc.), más rápida debe ser la fase de pisada. El objetivo es pasar el menor tiempo posible en ese lugar y no dejar caer todo nuestro peso sobre esa pierna. Intenta que el movimiento sea fugaz si ves riesgo de desequilibrio o resbalón. Este pequeño truco es especialmente útil en los descensos, donde solemos dejarnos llevar por la fuerza de la gravedad y llegamos a velocidades que a veces nos impiden adelantarnos con el pensamiento a nuestro próximo apoyo.