¿Quién no ha escuchado o incluso pronunciado una frase como esta? Pero a diferencia de otras zonas de nuestro cuerpo más localizables, articulaciones como rodilla o tobillo; o músculos como gemelo, isquios o cuadriceps, la cadera es mucho más, en ese lugar de nuestro mundo anatómico ocurren y pasan otras muchas cosas. Aquí os ayudamos a identificarlas.
Tendemos a llamar cadera a todo lo que está en la zona inguinal y cara lateral del muslo pero realmente la cadera es solo la articulación entre el fémur y la pelvis y se sitúa “a punta de dedo” en la mitad de la línea inguinal. Y menos mal que no todo lo que duele por ahí es la cadera.
Este año Killian terminó la Eiger Ultra en el puesto 46, según informó después notó unas molestias en su cadera izquierda, y lo que inicialmente parecía una sobrecarga o una tendinitis se descubrió que era un edema óseo en la cadera. Más tarde lo achacó a no haber realizado una buena transición en su vuelta al entreno tras la estancia en Himalaya y haber descuidado su trabajo de fortalecimiento muscular. Probablemente no le falta razón.
Este año he visto varios pacientes con lesiones similares en cadera y pelvis.
¿Qué es lo que causa esta lesión y en qué consiste?
La cadera es una articulación especial, anatómicamente es muy parecida al hombro (articulación gleno humeral) pero difiere en su función. Así como el hombro es una articulación fundamentalmente de movilidad y el hueso del brazo articula “recto” en la glena del hombro, en el caso de la cadera, es una articulación de carga y debido a la bipedestación, el fémur tiene forma de bastón estando la cabeza articular en el extremo del “mango” del bastón y las inserciones musculares que rotan el fémur, en el otro externo de dicho mango, en el trocanter.
Al ser una articulación de carga tiene un punto crítico que es el del cuello del fémur (la zona situada entre el trocánter-zona de inserción muscular situada en el lateral del muslo) y la cabeza articular. Esa zona es la que soporta o, sería mejor decir, sufre la carga de la extremidad a modo del ojo de un puente entre el fémur y la articulación. Es la zona en la que se producen la mayoría de las fracturas.
La zona articular, la de la cabeza, por esa carga puede sufrir también lesiones de diferente grado por la propia carga, desde lesiones como el edema óseo, a roturas y desgaste del cartílago o roturas del labrum (menisco de la cadera).
Ese tipo de lesiones se producen por una carga excesiva de la articulación: entrenos demasiado agresivos con mucho impacto, excesivas competiciones, debilidad de la musculatura que ha de sujetar la articulación…
El edema óseo del que ya hablamos hace un tiempo no es más que la imagen que se aprecia en Resonancia Magnética, que es la expresión de la microrotura de las celdillas de dentro del hueso que se traduce en un sangrado y edema del interior del mismo.
El problema es que un edema en un músculo o en partes blandas (tejido subcutáneo…) se suele resolver en unas pocas semanas. El edema óseo, que tiene la mala costumbre, de aparecer en zonas de carga no se resuelve tan rápidamente (puede tardar meses) y su tratamiento como ya explicamos en su día es difícil (la descarga y la magnetoterapia forman parte del tratamiento fundamental). Así pues hay que cambiar de actividad y “disfrutar” mucho de la bici, la piscina y los paseos moderados en el periodo de recuperación.
Otro grupo de lesiones relacionadas con ese dolor en “la cadera” son la tendinitis y bursitis; siendo la trocanteritis (dolor en la cara lateral del muslo) y la pubalgia (dolor en la inserción de los aductores en el pubis) las mas frecuentes. También son lesiones producidas por sobrecarga en su mayoría (la trocanteritis también puede suceder por golpes), por no haber realizado un trabajo de fortalecimiento muscular adecuado o haber aumentado mucho la carga en entrenamiento o competición. No todo es correr.

¿Cómo hay que tratarlo?
EL tratamiento de estas lesiones pasa por la fisioterapia en sus diferentes técnicas, e incluso por la infiltración de corticoides, de factores de crecimiento y otras técnicas terapéuticas.
El dolor en la cadera a veces no tiene un origen en la articulación o la musculatura que trabaja en ella, sino que el origen puede ser una lesión de los nervios del nivel lumbar que afecten a dicha zona provocando un dolor irradiado.
Un origen también frecuente, son las hernias inguinales que lógicamente pueden producir dolor en la zona y cuya solución muchas veces es quirúrgica.
Así que ya veis, ese me duele la cadera a veces no es tan sencillo y no siempre es la cadera; cuando un paciente acude con esa queja siempre me viene a la cabeza el “me duelen los riñones” para referirse al dolor lumbar.
Por lo tanto escuchar al deportista, investigar la causa de dolor (cambios de terreno de entrenamiento, aumento excesivo de las cargas, cambio de calzado…), realizar una exploración adecuada y realizar las correspondientes pruebas de imagen (radiografías, ecografías, resonancias, TAC…) siempre con una orientación clara y sabiendo que es lo que queremos buscar.
A partir de ahí realizar el tratamiento más adecuado y tener paciencia respetando los tiempos del proceso de rehabilitación y no obcecándonos con mantener la actividad habitual por encima de todo.