Las redes sociales eran para mí un mundo desconocido hasta hace cuatro años. Para ser sincero, no sentía siquiera curiosidad por ellas. Tan nulo era que un día un amigo me creó un perfil en Facebook y me olvidé de la contraseña porque nunca entraba.
Y entonces comencé a correr por montaña, y sin perseguir ningún fin, empecé a publicar de vez en cuando mis vivencias. Me gustaba la idea de compartir con el mundo “la foto”, ese paisaje que me había sorprendido en ese momento, la primera frase que había pasado por mi cabeza… Todo era natural, sin intención de contar mi vida personal, sino de mostrar esos paisajes que iba descubriendo a través del trail running y que tanto me gustaban. Es así como el Facebook comenzó a formar parte de mi vida. Y tras él llegó el Instagram (la red social que más me gusta porque puedo “manipular” y dar un toque especial y personalizado a las fotos) y el Twitter, y la web, y…, con todo esto me di cuenta de que mi vida deportiva (que no la personal) se había “red-socializado”. El trail iba ocupando muchas horas y dedicación en mi día a día, y las redes también. Ambas cosas iban creciendo de la mano. Llegaron entonces los primeros sponsors y fue ahí cuando la historia dio un giro total. Para mí los sponsors son esas marcas que confían en mí como atleta y que me permiten seguir viviendo mi sueño en este mundo. Es por ello que te sientes con la “obligación moral” de dar visibilidad a ese producto que representas porque, sinceramente, nadie me ha dicho que tenga que publicar sobre una marca concreta.
Por otro lado, siempre he diferenciado mucho -en lo que a redes sociales se refiere- mi vida personal de mi vida como corredor. Me considero una persona más bien introvertida a la que le gusta mantener su intimidad.
A pesar de pensar así, a estas alturas de la película mantener esa intimidad resulta un poco difícil. Te ves expuesto a todo, a lo bueno y lo malo. Y es aquí donde empiezan mis reflexiones sobre este mundo. Me gusta, no me gusta, no me gusta, me gusta… Mantienes una relación de amor-odio. Un día te encanta mostrar y compartir tu alegría por un buen momento en la montaña, solo o con los amigos, o un buen resultado de alguna carrera, pero también existen los días amargos en los que ves que no has podido cumplir esa meta que te habías propuesto y por la que tanto habías entrenado y planificado, y sientes que no cumples con las expectativas, ya no solo personales, sino de toda esa gente que te sigue y había confiado en ti. Aunque no lo parezca, es un palo muy duro tener que comunicar una retirada o una lesión, y más aún cuando estos días se convierten en una mala temporada.
Una vez entras en este juego, como decía, te expones para lo bueno y lo malo. Ya se sabe que hemos entrado porque hemos querido, a veces de forma casual, pero donde las reglas están ahí antes de empezar, y donde por mucho que las conozcas, hay veces que pueden afectarte en el terreno personal de la misma forma: para lo bueno y para lo malo.
Y con esto hay veces que me pregunto: ¿Pueden las redes sociales distorsionar la imagen que uno tiene de sí mismo? ¿Estoy llegando realmente a la gente de la forma que a mí me gustaría? ¿Estoy transmitiendo eso que quiero?
Todos estamos participando en este juego, a veces convertido en circo mediático, donde tu vida personal y profesional se muestra en una red social. A todos nos gusta escuchar cosas buenas, claro está, pero también nos llegan las malas. Al final estamos expuestos a todo, como la prensa rosa. Leo y medito todo, porque muchas veces podemos aprender de ellas, pero hay veces que las faltas de respeto te afectan y duelen.
Realmente a donde quiero llegar con este lío es a la pregunta clave: ¿Cómo llegamos a la gente? ¿Somos un producto de marketing o somos atletas profesionales? ¿Existe alguna manera de poder disfrutar de este deporte que tanto nos gusta a nivel semi-profesional (ya que a pesar de las ayudas que recibimos, no nos podemos permitir vivir de ello y tenemos que trabajar y sacar tiempo para entrenar) sin exponer nuestras vidas y nuestros sentimientos?
Y también me pregunto: ¿Pueden los atletas vivir de este deporte en un mundo no profesional donde a veces vende más el saber vender una marca (marketing) que un buen resultado? ¿Estamos cayendo en el mundo del trail-postureo? ¿Qué gusta más a la gente?
Yo sigo persiguiendo un sueño, superarme a mí mismo cada día en este deporte que hace que me levante con fuerzas cada mañana a sabiendas de las horas y el esfuerzo que debo dedicarle. Sabemos que a pesar de toda esta dedicación nunca viviremos de él como atletas y que la satisfacción es personal y pasajera.
Temporada tras temporada buscas esos buenos resultados que te permitan seguir en el mundillo y tener la posibilidad de encontrar un sponsor, no para poder vivir (eso está al alcance de unos pocos), sino una ayuda para poder asistir a las carreras. Pero, ¿para tener sponsors hacen faltan siempre buenos resultados o hace falta saber venderte y ser “muy social”?
Sería perfecto poder hacerlo todo, pero el día tiene las horas que tiene y no nos da para entrenar, recuperar, dedicar tiempo a las redes sociales, crear tu marca personal, trabajar para poder vivir y poder tener un poco de vida social, familiar… ¡Y tiempo libre! Cada uno sabe dónde quiere llegar y la proyección que desea tener, y sea cual sea, siempre será respetable.