Hoy quiero hablar de un tema que me llama la atención cada vez más y no es otro que la gestión del ego. Nuestro ego. Hay muchas palabras que podrían asociarse a esta pequeña porción de nuestro lenguaje que apenas con tres letras desarrolla un abanico versátil de significados y conductas dispares.
El Trail es un espacio abierto abarrotado de cosas que nunca mueren, de cosas que se transforman continuamente y ahora estoy aquí, en el refugio La Ardilla Real de Valdeón mirando para la Torre del Friero, y el Friero es una cosa y tal vez yo sea también una cosa, y pienso que mi existencia no tiene ningún sentido si no es en relación con todas las cosas, que no hay sentido posible para mi vida si no es formando parte de una totalidad, y así la abeja no podría existir sin las flores, y qué sería de las flores sin la abeja hacendosa y perseverante, y así una historia nunca hubiera podido serlo sin las historias que la precedieron........
Con todo esto quiero incidir en todas esas cosas que voy observando en comportamientos ante una realidad bien distinta dentro de las competiciones y que distan mucho de la realidad que nosotros queremos contar en las Redes Sociales y en la ética de esa manera ilusionista de vivir que es la ética de la apariencia y la gloria. No soy nada por mí mismo porque todo lo que hago y lo que digo, todo lo que fugazmente soy, lo soy en relación con otros.
Yo esto ya lo vengo pensando desde que descubrí lo poderosamente hábiles que podemos llegar a ser en la tarea de engañarnos a nosotros mismos, habla por ti, podrían decir algunos, y hablo por mí, pero digo que el egoísmo es tan poderoso que es capaz de hacernos creer que el mundo está hecho para nosotros, que las cosas están ahí intencionadamente para satisfacernos y simulamos omnipotencia y hasta divinidad, y nos transportamos más allá de nuestra propia capacidad.
¿Cuánto nos cuesta el fracaso? ¿Para quién corremos? ¿Quiénes somos? Me doy cuenta que cuanto más conocido eres, más expuesto estás a la crítica. La crítica daría para otro artículo que abordaré más adelante. Cuando llegas a tu zenit chocas con el zenit real y entonces es cuando te haces pequeño y necesitas exportar una realidad que solo existe en tu cabeza. Hace 544 años que nació Nicolás Copérnico, que nos enseñó que la tierra gira alrededor del sol pero hay personas que se empeñan en pensar que gira alrededor de ellas.
Quizá deberíamos salir un poco más de nuestra zona de confort: vivimos para las redes sociales y contamos lo grandes corredores que somos, lo felices que somos, lo bien que entrenamos y que comemos y lo bien que hacemos las cosas, pero cuando llega el día de la competición nos diluimos. No sabemos disfrutar porque corremos para los demás. Nos jode que nos adelante fulanito porque le estás viendo delante tuya en carrera y pensabas que eras mejor que él. Y poco después te pasa menganito y entonces se deshace tu tetris y te agobia, y ahí es cuando tu ego se resiste y comienza la otra carrera con "dolores de estómago y tirones". Juegas al escondite contigo mismo y al día siguiente cuentas esa otra historia donde no ganaste la carrera por poco.
Las redes sociales nos agigantan. Nos dan una falsa sensación de poder en la que pasamos de diminutos a gigantes y necesitamos sentirnos importantes, y cuando llegan las grandes citas etiquetamos a sus organizadores para que vean que también estamos aquí aunque no vayamos a correr, pero así damos a entender que somos “sus amigos". Sí, aún se puede caer más bajo. No nos ocupamos en todo el año de "esos amigos", pero el día de la carrera les mencionamos y les pasamos la mano por el hombro. Patético. Necesitamos sentirnos importantes a toda costa, que nos vean, y a veces utilizamos recursos para pagar nuestra frustración "comiendo nabos", porque pensamos que así tenemos muchos galones mintiendo, criticando e intentando aleccionar a nuestros "amigos" para que vean lo importantes e influyentes que somos, pero nunca se nos olvide que el EGO solo tiene tres letras.