Madre mía! Menudo reto se me presenta, tengo que escribir “La Huella de...” y no sé ni por dónde empezar.
Así que, si me lo permitís, me voy a remontar a cuando corría por los pasillos, comía el bocadillo de chorizo que me había preparado mi madre, leía silabeando y todavía contaba con los dedos.
Supongo que os lo estáis imaginando, me estoy remontando a mi yo del pasado, a ese niño bajito y delgado de 7 años.
Y es que rápido se me viene a la cabeza el eslogan que había en la portada de mi agenda del cole ”Deja tu huella”. He de decir que no me acuerdo de ningún otro y creo que todo tiene un sentido, porque curiosamente, también recuerdo la historia que nos contó durante ese curso aquel profesor alto, con barba y poco cabello y que quiero compartir con todos vosotros.
Poco a poco me he ido dando cuenta de que la transición de aprender, adaptarnos y crear nuestro propio estilo va cobrando sentido.
Empezaba con algo así: el ser humano es un ser extraordinario y lo es porque cada uno de nosotros desde que nacemos tiene el instinto de evolución, de creatividad, de innovación y de aprendizaje. A lo largo de la historia hemos llegado a descubrir el fuego, a inventar la rueda, a transportarnos por tierra, mar y aire… y esto solo se debe a que no paramos de innovar y aprender. Realmente puso más ejemplos, pero no los recuerdo, así que vayamos al grano.
Nos dijo: el aprendizaje en cualquier materia se adquiere a través de la palabra SHUHARI (si la memoria no me falla, debe de ser como se explica el aprendizaje en artes marciales). En la fase SHU, el maestro enseña las reglas, el alumno las aprende y no las cuestiona. En la HA, el alumno adapta las reglas a sí mismo, con su manera de ser, de pensar, de interpretar… Y en la última fase, en la fase RI, el alumno ignora las reglas para crear su propio estilo.
Poco a poco me he ido dando cuenta de que la transición de aprender, adaptarnos y crear nuestro propio estilo va cobrando sentido. Hace poco estaba aprendiendo y ahora soy yo el “maestro”. Gracias a la montaña, he aprendido a escucharme y a escuchar, a sentir, a subir, a bajar, a compartir, a esforzarme mientras me adaptaba a mis circunstancias personales, de trabajo, de lugar de residencia, de prioridades… creando mi propio estilo bajo el nombre de GASAUBESO, un estilo libre que pretende dejar en los niños una huella positiva, compartiendo vivencias y formaciones en los colegios. Una oportunidad de compartir con niños y niñas que les apasiona el deporte, en especial el atletismo. Para mí, está siendo una experiencia brutal de la que estoy aprendiendo y llegando a tener sentimientos semejantes