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Escape Room en la mina: Xtreme Trail Pozo Sotón

La exclusiva experiencia de 50 atletas en una contrarreloj en el interior de una mina asturiana

Daniel Sanabria

Escape Room en la mina: Xtreme Trail Pozo Sotón
Escape Room en la mina: Xtreme Trail Pozo Sotón

Dicen que Asturias tiene Pirámides. No entiendes el eslogan hasta que te sumerges 600 metros bajo tierra y descubres el laberinto de galerías, pasillos y escondrijos que conectan los rincones de una mina de carbón. A esas profundidades se celebró la edición experimental del Trail Pozo Sotón, con 50 atletas seleccionados a conciencia para vivir un acontecimiento inédito en la historia del deporte.

Trail Pozo Sotón

Una jaula de apenas un metro de ancho y cinco de largo desciende por una rendija excavada en la tierra. Baja a una velocidad de ocho metros por segundo. Dentro van doce tipos de corto, ataviados con casco, linterna, guantes y zapatillas de correr. Se miran pasmados, incrédulos, incluso con una pizca de temor. El miedo a lo desconocido. Porque ninguno de ellos ha estado antes en una carrera a 600 metros bajo tierra. La mayoría ni siquiera dentro de una mina. El ascensor aterriza en la décima planta del Pozo Sotón, una de las explotaciones hulleras más emblemáticas del concejo de Langreo. Son las diez de la mañana y llovizna en Asturias.

Hace casi cuatro años que cesó su actividad. Y se nota. Todavía quedan docenas de vagonetas apostadas en las tétricas galerías que forman el complejo. Cuesta describir aquello. Es algo así como un edificio construido hacia abajo, con sus muros, pasillos, escaleras, vías y chimeneas, todo sujeto por leños y hierrajos. Una megaexcavación comunicada perfectamente por un sinfín de agujeros. Hunosa es la empresa propietaria de esta mina que ha funcionado durante casi cien años. Empezó su actividad en 1922, desviando el curso del río Nalón para ser profundizada, y se abandonó en diciembre de 2014. En la actualidad se organizan visitas guiadas.

El pasado 3 de junio se celebró la Edición Zero del bautizado como Xtreme Trail Pozo Sotón, una prueba experimental para la que se escogió cuidadosamente a 50 corredores. Todos ellos pueden decir que han sido los primeros en el mundo en participar en una carrera dentro de una mina de carbón. Una contrarreloj que sumó 5 kilómetros con un desnivel (cuesta saber si positivo o negativo estando bajo tierra) de unos 180 metros. Cada dos minutos salía un participante, margen suficiente para evitar adelantamientos en un circuito que fue una madriguera.

Agónico final en la ‘Jota’

Escape Room en la mina: Xtreme Trail Pozo Sotón

Pablo Villa ascendiendo por 'La Jota'

Empezó en la décima planta y terminó en la octava. Entre la alfombra de salida y la meta un laberinto de galerías y pasadizos que llevaron a los atletas desde los 557 metros de profundidad a los 386, en tandas de doce. El terreno es impracticable, con constantes cruces de vías que a menudo se ocultaban bajo las charcas y lodazales del suelo. Tramos inundados que se alternaban con otros más despejados pero cuyo techo se encogía. Falta de luz, de espacio, de oxígeno, de todo. Y de repente, 260 escalones embarrados con una inclinación que obligaba a tirar de brazos.

Aunque el recorrido exponía cierta peligrosidad, las docenas de mineros voluntarios que se repartieron a lo largo del circuito daban confianza a los corredores. Tipos que a diario trabajan allí durante horas, en condiciones despiadadas, convirtiendo aquel agujero en su oficina. Su presencia fue tranquilizadora en los pasos más delicados de la mina, como en la vía de evacuación de apenas un metro de ancho que conecta dos chimeneas verticales. La inclinación del camino, que menguaba según avanzabas, obligaba a los deportistas a continuar a gatas. El casco y los guantes no eran de postureo.

Al tramo final, con el que se asciende a la meta, lo llaman la Jota. Este escondrijo del Pozo Sotón se lleva el premio al más claustrofóbico. La sensación de agonía supera todo lo vivido anteriormente, ascendiendo por un orificio vertical de maderos con caída libre. No se pueden cometer errores. En la planta ocho la escena era entre cómica y angustiosa, con las cabezas de los corredores asomando igual que la de Steve McQueen en La Gran Evasión. Apenas hay tiempo de comentar la jugada, pues otra docena de corredores espera en la superficie. Llega la jaula, carga y sube.

El episodio se repitió un puñado de veces hasta que los 50 elegidos finalizaron su periplo bajo tierra, dejando imágenes inéditas en la historia de la minería asturiana. Ese gigantesco hormiguero humano que empezara a funcionar durante los años veinte se había convertido en un laboratorio deportivo con trailrunners como ratoncillos. Experimentaron con nosotros. Y qué privilegio.

Manu Merillas y Marta Escudero encuentran el oro

Escape Room en la mina: Xtreme Trail Pozo Sotón

Santi Obaya llegando a la planta ocho del pozo

A la Edición Zero de la carrera asturiana acudieron atletas de altísimo nivel, como el tricampeón del mundo Luis Alberto Hernando, el actual campeón de España Pablo Villa, el veterano corredor local Santi Obaya o el leonés Manuel Merillas, quien se hizo con la victoria marcando un impresionante tiempo de 19:32, lo que significa un ritmo de 4min/km.

Junto a José Piqueras (19:58), minero del Pozo Nicolasa, fueron los únicos en bajar de los 20 minutos. Cerró el podio masculino el corredor asturiano Carlos Sánchez (20:08). Pablo Villa fue cuarto (20:14) y Luis Alberto quinto (20:29), dos tipos a los que es difícil ver fuera de un podio.

En categoría femenina se cumplieron todos los pronósticos y ganó la favorita, Marta Escudero, que con un parcial de 25:26 metió dos minutos de ventaja a la segunda clasificada, Marián García (27:25). El tercer mejor tiempo fue el de Patricia Pérez (27:58). Tan solo 6 mujeres participaron en la carrera.