Muchas de nuestras emociones dependen de cómo interpretamos lo que ocurre a nuestro alrededor. Si has decidido correr esta carrera, no te cuestiones en ningún momento con dudas del tipo ¿qué hago aquí? ¡Qué vas hacer, pues correr! Los pensamientos de duda, los que focalizas en sensaciones negativas o cuando verbalizas que estás cansado y que no puedes más, condicionan el foco de atención de tu mente. Hablar de ello no te desahoga ni cambia lo que sientes físicamente, pero sí provoca que estés más pendiente de lo mal que vas, de lo cansado que te encuentras, en lugar de pensar en todo lo que sí funciona, los kilómetros recorridos o lo increíble que es cumplir con tu reto.
No se trata de que te hables en términos hiperpositivos como pensar que “la vida es de color de rosa, y con lo que cansadito que estoy qué feliz que soy”. Sólo de que elijas aquellos pensamientos, reflexiones, frases que sean capaces de sumar en lugar de restar, de tirar de ti cuando te sientes débil. Haz una lista, recuerda que tiene que ser por escrito, de posibles frases elaboradas por ti o de otros grandes deportistas, palabras claves, anclajes, que te dirás durante la carrera. La ambición, la garra, la capacidad para sufrir y salir airoso no es cuestión sólo de tu preparación física. Si fuera así, todos los que estáis preparados conseguiríais la meta. Necesitas manejar un idioma motivacional, con palabras contundentes, decisivas, potentes y motivadoras.
“Soy un crack, merezco estar bien, puedo superarme, el reto es para mí, mi mente es poderosa, tengo fuerza, mucha fuerza, soy capaz, soy grande, venga, va, va, va, claro que puedo”. Elabora las tuyas, con tu vocabulario, repítetelas en los entrenamientos para que cojas confianza con este ejercicio. Si no practicas en los entrenamientos los ejercicios mentales, no tendrás un hábito ni pertenecerán a tu rutina deportiva cuando salgas a competir.
El tipo de pensamientos que tienes en tu cabeza es algo que eliges tú. Pensar es gratis. Solo tienes que decidir a quién das paso en tu cabeza y a quién no. Tenemos la idea equivocada de que el estilo cognitivo es algo heredado o de que “yo soy así”. Lo cierto es que las palabras nos definen y nos condicionan la voluntad y el esfuerzo. Y podemos elegir la manera en cómo nos dirigimos a nosotros mismos. Eres libre de elegir, hazlo.