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En busca de la temporada sin fin

¿Por qué parar? ¿Porque hace frío, porque anochece antes?

Roberto Palomar. Foto: TheYetiForest.

En busca de la temporada sin fin
En busca de la temporada sin fin

“Y con esta carrera, damos por finalizada la temporada...”. Pocas expresiones me causan más desazón. Acabar la temporada. Lo hemos escuchado estos días en multitud de disciplinas. En ciclismo, en triatlón y, por supuesto, en trail running. Pero, ¿quién diablos quiere terminar la temporada?Puede entenderse, y así debe ser, en deportistas de élite, en profesionales. Necesitan desconectar mentalmente, dar descanso al cuerpo y regenerar. Pero, ¿y nosotros, los pobres mortales?, ¿realmente necesitamos eso?

Aún recuerdo a José María Serviá, en el Dakar del 2005. Llegábamos todos hechos polvo al Lago Rosa, deseando tomar una ducha y volver a casa. Él ni siquiera salía del coche, en la larga fila que formábamos para recoger nuestra medalla de finalistas. Me acerqué a la ventanilla y le dije: “¿Qué tal, José María? ¡Por fin hemos acabado!”. Y él me contestó: “Eso es lo peor, que esto se acaba. Lo que me pide el cuerpo ahora es correr el Dakar al revés. Repetir el circuito por donde hemos venido. Al fin y al cabo, esto es lo que nos gusta”. Aquello me dejó pensativo. Tenía un punto de obsesión pero no le faltaba razón al gran Serviá. “Esto” es lo que nos gusta.
A mí también me lo sugieren en casa o en el trabajo: “Bueno, ahora pararás un poco, ¿no?”. Pues no. ¿Por qué habríamos de parar si nos encontramos bien, no ponemos en riesgo la salud y nos encanta lo que hacemos? ¿Porque anochece antes? ¿Porque hace más frío? ¿Porque hay barro o llueve o nieva? ¿Porque el resto mundo se aletarga casi de forma natural?

Realmente no encuentro ninguna razón de peso para dar por concluida la temporada de trail running o de ciclismo o de triatlón o de lo que sea que nos haya enganchado con fuerza. Cambia la temperatura, cambia la luz, cambia el color de las estaciones, pero también cambian las sensaciones y hasta el tacto de la ropa. ¿A quién no le apetece sentir de nuevo la calidez de los guantes, el confort del chaleco, el buff calado hasta las orejas, el misterio de correr con el frontal en medio de la oscuridad, el contacto del taco de la zapatilla de invierno contra el lodazal, pisar con cuidado por la escarcha, cambiar la caña por el cafelito, la ducha templada por el chorro hirviendo?

¿De verdad debemos dar por concluida la temporada? ¿Quién lo dice? ¿Dónde lo pone? A mí, la depresión del cambio de hora me dura una tarde. Concretamente, la tarde del domingo, 25 de octubre, felizmente superada. Pero hasta el siguiente trueque horario, el cambio de la luz y de la primavera, se abre todo un mundo de posibilidades. Desde la nieve hasta el ciclocross. O hasta el cambio de hemisferio si pudiera permitírmelo.
Lejos de parar, la experiencia me dice que hay que buscar la temporada sin fin, la temporada en bucle, los 12 meses de disfrute seguidos por otros 12 meses de disfrute. Siempre escuchando al cuerpo y dejando que sea la motivación y no el calendario quien organice nuestra agenda vital. Y con este párrafo, damos por concluido el artículo... pero no la temporada. Eso nunca.