Eran pocos pero muy reconocidos los atletas de montaña que en los años noventa ya subían a las cumbres de Cataluña en busca de competición y gloria. Era una comunidad adelantada a su tiempo que sembró el germen de una especialidad que se extendió como una pandemia por todos los rincones de la geografía española. Agustí Roc admiraba a aquel grupo de deportistas osados y vanguardistas, y un día decidió que quería ser como ellos. Hasta entonces su vida deportiva sólo había tenido sentido con una bicicleta entre sus piernas. Lo de correr se reducía a un par de rodajes semanales para mantener el estado de forma y aparcar la bici por unas horas. No lo concebía como deporte en sí mismo. Fue en 1993, el año post-olímpico en la Ciudad Condal, cuando un joven Agustí empezó a participar en carreras regionales de bicicleta de montaña. Sus resultados eran positivos y poco después viajaba cada vez más lejos de casa para seguir sumando kilómetros y colgándose dorsales a ritmo de pedaladas. La primera vez que entendió la carrera como una disciplina independiente fue al hacer duatlones. Se le daban especialmente bien, tanto que se convirtió en el primer campeón de España de Duatlón de Montaña en 1999. Aquel título hizo replantearse a Agustí el significado de la carrera a pie. Hasta que cierto día se inscribió a la Cursa de l’Alba, donde coincidió con esa pléyade de atletas catalanes de trail que admiraba y a los que, pocos años después, terminaría ganando. Fue su debut en una carrera de montaña.
Era finales de los años noventa y Agustí sentía que ya había tocado techo en sus competiciones de ciclismo. “El trabajo no me permitía dar más de sí y no mejoraba, así que empecé a salir a correr regularmente”, nos cuenta el atleta nacido en Santa Coloma de Cervelló, un pueblo del Bajo Llobregat de apenas 3.000 habitantes. Por los caminos que colindaban el municipio, Agustí Roc realizó sus primeros entrenamientos ya como corredor de montaña, aunque la situación no era fácil de explicar. “Yo salía por las tardes a entrenar y no pasaba por dentro del pueblo para que no me viera la gente porque me daba vergüenza. Allí nadie hacía deporte y todos nos conocíamos, así que iba por caminos que estaban deshabitados”, confiesa entre carcajadas el veterano atleta.
Su vestimenta por aquel entonces podría incluso asombrar en la actualidad. Agustí gastaba camiseta de tirantes de atletismo y un tradicional short que apenas le tapaba los glúteos. Los relojes entonces no medían distancias y desniveles ni los programas informáticos existían a modo de agenda de entrenamiento. Todo era mucho más doméstico, sin tanta tecnología. “En mi primer año de competición como corredor de montaña yo llevaba unas zapatillas de asfalto con una suela un poco más agresiva, pero no unas específicas de trail. Luego ya en la siguiente temporada evolucioné a unas Nike de montaña que todavía conservo, son muy bonitas, y se las vi por primera vez a Jonathan Wyatt en Sierre Zinal en el año 2002. Yo me las compré ese mismo año. Son unas Nike negras con el logo en amarillo y una suela de tacos bastante ligera que actualmente llamaría mucho la atención”, comenta mientras hace memoria.
Tricampeón del mundo
El año que cambió la vida deportiva de nuestro protagonista fue el 2001. En aquella temporada se marchó a vivir a Andorra y empezó a trabajar en la estación de esquí. Con el traslado ganó uno de los bienes más cotizados por los deportistas: tiempo libre. Agustí empezó a entrenar duro, durante varias horas y pronto los resultados empezaron a notarse. “Recuerdo que fui a un Kilómetro Vertical a Francia y ahí me di cuenta de que valía para esto”, comenta. Y no se equivocaba en absoluto. Quedó segundo por detrás de Marco De Gasperi, el mejor corredor del momento, y al año siguiente ya con la camiseta de la Selección Catalana disputaría la Copa del Mundo, que ganó en 2002, 2003 y 2004. Agustí Roc se convirtió en el corredor de montaña de referencia en nuestro país, y aunque el estallido del trail todavía estaba por venir, en su tierra recibía multitud de reconocimientos. “Ten en cuenta que no había redes sociales, pero en TV3 sí había un programa de aventura semanal que hablaba de las carreras en las que íbamos compitiendo. A mi me hicieron bastantes reportajes en aquellos años, pero no es la locura de ahora con Internet”, relata el catalán.
Agustí nunca trató de buscar la fama con el deporte. Se habría equivocado de camino. El trail running apenas era una modalidad emergente en algunos lugares de España y el dinero brillaba por su ausencia en especialidades como la suya. “A veces me preguntaban por el hecho de ser deportista profesional, pero yo nunca he aspirado a lucrarme con esto. Lo he hecho porque me aportaba satisfacción y se me daba bien, pero es un deporte que no da dinero y eso lo sabemos todos. Ahora mismo incluso los mejores corredores de España no son profesionales; si acaso consiguen un patrocinio de alguna marca que les ayuda con material y desplazamientos, pero nada más”, dice analítico el atleta de Llobregat.
Cuando Agustí se hizo con aquel triplete mundial podía intuir vagamente la explosión de las carreras de montaña. Aunque reconoce que cada vez había más gente corriendo de pico en pico, el gran fenómeno de este deporte se originó a raíz de la aparición de Kilian Jornet: “Es un monstruo mediático que ha arrastrado a muchísima gente. Las redes sociales y la información inmediata y cercana han generado todo este boom. Antes solo había una revista mensual que hablaba de nuestras carreras, pero actualmente puedes meterte en Youtube y ver cientos de videos de carreras del mundo. Eso motiva mucho”, explica desde la experiencia. “En Francia, por ejemplo, sí había ya una cultura de trail en aquellos tiempos. Ibas al quiosco y había cuatro o cinco revistas especializadas. Además, casi todas las pruebas que se organizaban eran de ultrafondo. Debo reconocer que jamás creí que esta modalidad de los ultras triunfaría en España. Las carreras que yo hacía eran como mucho de 40 kilómetros, dos al año, y recuperando hasta cinco o seis semanas después de cada una”.
Sin duda alguna el formato de las carreras es otro de los grandes cambios que ha vivido un pionero del trail como es Agustí Roc. Habla con nostalgia sobre aquellas pruebas de alta montaña que consistían en salir de un pueblo, tocar una cima y regresar, con desniveles salvajes. Es la esencia del skyrunning, la carrera propiamente dicha. “Pero yo entiendo que no todos los lugares de España tienen esa orografía y como cada pueblo quiere tener su propia carrera, se hacen trails en terrenos montañosos que son muy bonitos pero no de gran altitud, que es mi prototipo de carrera ideal, un lugar que te ofrezca subir a un pico de 2.000 metros y bajar”, asegura el corredor patrocinado por Lurbel.
El deporte como sinónimo de salud
Su ilusión por la montaña sigue siendo la de siempre, pero ahora es padre y regenta una tienda de deportes en Manresa que le mantiene más lejos de lo que quisiera de la alta montaña. Entrena una hora diaria y en llano. El horario no le permite más excesos, por lo que opta por carreras cortas y explosivas que se adaptan a su estilo de entrenamiento. Aunque sume 43 años en su DNI, el atleta catalán sigue compitiendo a buen nivel y logrando podios en carreras de renombre, aunque ni mucho menos es lo de antaño. “Ahora hay una competitividad enorme. Cuando yo empecé gané incluso algunas carreras porque no había rivales. En las pruebas verticales sacaba mucha diferencia al segundo clasificado, pero actualmente si están los especialistas cuesta muchísimo ganar. La gente sube muy bien, y bajando ya ni te cuento. Yo antes subía prácticamente solo y me iba, pero ahora en la bajada hay algunos que te pasan con cierta facilidad. Las cosas han cambiado”, confiesa.
Han pasado 13 años desde que Agustí Roc se coronara por primera vez campeón del mundo. Puede presumir –aunque no lo hace– de ser uno de los impulsores de este deporte en nuestro país, uno de los culpables de que ahora las carreras agoten sus dorsales en apenas unos días y haya cientos de peticiones de corredores que se quedan fuera de concurso. Tanta afluencia de personal en la montaña podría haber arrebatado algo de romanticismo a este deporte, aunque Agustí es más práctico y considera positiva esta obsesión por calzarse las zapatillas. “Yo me quedo con que cada vez hay más gente que se mueve, ya sea en montaña, en la ciudad o haciendo triatlones. Creo que este boom del deporte popular es muy bueno, es saludable para el país”.