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¡A por el cross!

Sin miedo a ponernos de corto en invierno

Anna Comet ©Mar Garcia Rovira
Anna Comet ©Mar Garcia Rovira

La oferta competitiva invernal entorno a las carreras de montaña cada vez es más amplia y diversa, cosa que convierte esta época tan oscura del año, en unos meses más divertidos y ayuda a que pasen con mayor celeridad.

Muchos de nosotros nos atrevemos con el esquí de montaña. Si nuestro nivel de descenso es entre aceptable y elevado, optamos por las carreras en línea, ya sean individuales o en equipos. Y si nuestra bajada deja mucho que desear, nos quedan las pruebas verticales.

Las raquetas de nieve acumulan ya unos años con practicantes asiduos y, últimamente se le ha sumado el snowrunning, una modalidad muy arraigada en zonas centro europeas como Dolomitas o los Alpes. Se trata de correr en terrenos nevados con una especie de cadenas o de crampones atadas al calzado que aseguran el agarre.

Todas estas modalidades nos ayudan a iniciar la temporada, a coger ritmo, a seguir conectados con la competición, con los compañeros, con el ambiente y con los entrenamientos. Son realmente recomendables, divertidas y una preparación excelente. Pero no todos tenemos la nieve a nuestro alcance, al menos, no para ir cada fin de semana a competir y ni mucho menos para poder entrenar estas disciplinas. Entonces, ¿qué alternativas tenemos si todavía no nos sentimos en forma para afrontar carreras de montaña con grandes desniveles o muchos kilómetros pero nos gusta colgarnos un dorsal?   

 

Una de las perlas del atletismo es el campo a través, conocido por todos como cross. Una modalidad atlética ideal para los corredores de montaña y que, año tras año, suma más adeptos provenientes de la montaña de diferentes niveles que se atreven a ponerse en shorts y camiseta o en top para recorrer, esos entre cinco y doce kilómetros que acostumbran a tener los crosses, a todo lo que los pulmones, el corazón y las piernas les permitan.

Aunque desde mi punto de vista, todavía somos pocos los deportistas que nos lanzamos a esta aventura. Uno de los grandes problemas que acarrea el cross –y el atletismo puro en general –es que “impone”. Se trata de un deporte con tantos años de historia, con una solera tan bien consolidada que cuesta que los corredores “normales” nos atrevamos a adentrarnos en sus intimidades.

Por vergüenza, por pensar que no seremos capaces, porque creemos que esto del atletismo es únicamente para unos veloces escogidos…

Pues… ¡Para nada! ¡Os animo a probarlo! Todo lo que tiene de agónico, lo tiene de divertido e interesante. Desde mi punto de vista, es uno de los mejores entrenamientos y aprendizajes que existen para los corredores de montaña.

Yo no soy atleta desde niña, vengo del esquí alpino y, posteriormente, del esquí de montaña. Pero soy de las personas que tiene la nieve a una hora de casa y decidí dejar de competir con los esquís porque no me salían las cuentas… entonces me encontré huérfana de “emoción” en invierno y tuve la suerte de que una buena compañera –y enorme rival –me empujó a probar el cross. Eso debía ser el invierno de 2015 y desde entonces no me he podido desenganchar.

Como os puede pasar a muchos de vosotros, en mis primeros crosses estaba asustada. Me acuerdo de estar en la salida, rodeada de tanta mujer de piernas largas y finas al descubierto y pensar: “¡pero qué rayos hago yo aquí! Me van a doblar, llegaré última, voy a hacer el ridículo de mi vida.” Pero no tuve tiempo para más lamentaciones cuando me encontré corriendo entre el tumulto. Cometí muchos errores en el poco tiempo que duraba ese cross corto de tan solo 4 kilómetros, pero también aprendí muchas cosas y, para mi sorpresa, no llegué, ni mucho menos la última y tampoco hice el ridículo.

El cross enseña a correr en el sentido más amplio de la palabra, a gestionar los esfuerzos, a saber dónde tienes los límites, hasta dónde puedes apretar, apretar y apretar antes de que oigan el petardazo a leguas. Te sorprende la capacidad de sufrimiento que tienes y que no habías descubierto porque en montaña nunca llegas a este extremo, pero vale mucho la pena conocerlo, explorarlo y ser consciente de ello.

Es una competición con un gran “cuerpo a cuerpo” cosa a la que no estamos acostumbrados en montaña que nos pasa casi al contrario, con tramos de soledad prácticamente absoluta, que en muchas ocasiones nos engaña de los ritmos que llevamos o puede confundir nuestras sensaciones reales, incluso darnos información engañosa de nuestro estado. El “cuerpo a cuerpo” no miente, el corredor que es capaz de aguantar ese instante más a ritmo es quien gana la batalla y es un gran entrenamiento, no únicamente físico, sino también mental, emocional y de autoconfianza.

Estamos a finales de enero, todavía queda liga de cross por explotar. ¿Quién se anima a ponerse de corto?