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De paseo por la luna

Crónica personal II Ultra Trail Sierra Nevada

David González Vaquero.

De paseo por la luna
De paseo por la luna

En plena ola de calor y no siendo julio el mejor momento del año para dirigirnos al sur de España, no quisimos perdernos este año la oportunidad de participar en la segunda edición  del Ultra Trail Sierra Nevada, perteneciente al circuito del "Lobo Ibérico" Spain Ultra Cup, que cuenta con algunos de los ultras más emblemáticos de nuestro país.

En Trail Run no sólo nos gusta escribir de las pruebas de trail con reseñas o comunicados que envían las organizadores a la redacción diciendo las bondades de sus recorridos o lo duros que pueden llegar a ser sus desniveles, sino que sentimos al igual que vosotros esa pasión por el trail y la montaña, contando nuestras experiencias como corredores, infiltrados entre el pelotón de runners, viviendo y sufriendo en primera persona la prueba, qué mejor manera de poder hablaros de ellas, ¿no?

En esta ocasión el recorrido sobre el plano parecía bastante exigente. En el cartel de presentación: "sin duda la carrera más dura de Europa" (creo que esto lo he oído en varias ocasiones), y es que los organizadores quieren siempre que su prueba sea épica o recordada por algún motivo en particular. Más que carreras por montaña parecen batallas en las que nos exprimimos al 100% y lo damos todo por un trofeo de finisher, aunque a decir verdad, creo que esta ha sido una de las más exigentes por kilometraje, calor y desnivel de las que he corrido en España en los últimos años.

La organización anunciaba en su briefing inicial un recorrido con salida en Granada y llegada en Puertollano (Sierra Nevada) de 103 km, con un desnivel de 5.700 m a completar en un tiempo máximo de 25 horas para la versión ultra, y de 62 km y 3.000 m de desnivel para la versión trail, que partiría igualmente de Granada ciudad y llegada en el precioso enclave de Güejar Sierra.

Todo empezó en el centro de Granada. Tras pasar el no muy exigente control de material a las 24:00 de la noche del sábado se daba la salida a la prueba, 37ºC marcaba el termómetro, nos esperaban unas cuantas horas de calor y sueño por delante. La salida para poner rumbo a la sierra era una preciosa ruta urbana por los alrededores de La Alhambra y el barrio del  Albaicín.

Los primeros kilómetros discurren por pistas y senderos en un terreno desértico, muy árido y tremendamente polvoriento, apenas nos deja respirar. Pero a pesar de la noche y el calor, el trazado elegido es muy bonito, con muchos tramos técnicos y continuos desniveles, muchos de ellos tremendamente fuertes con cortafuegos que subían al mismo cielo.

Pasamos por muchos pueblos y aldeas escondidas de la sierra como Beas o Quentar, que además servían como puntos de control y avituallamiento para reponer fuerzas, ubicados aproximadamente cada 10 km y donde la bebida en todos ellos estaba realmente caliente.

Ya avanzado el km 40 de la prueba nos empieza a saludar el sol. Todos ya con ganas de apagar los frontales, dejar atrás el mareo de la iluminación nocturna, sin saber que ese sol que amanecía nos iba a sofocar el resto de la jornada. No podías despistarte ni un momento con el agua, siempre bien hidratados, apenas había sombras, la vegetación era baja y el calor asfixiante; cualquier fuente o arroyo, de los pocos que había, servía para dar algo de alivio fresco a nuestro cuerpo. Después de subir a casi 2.000 m a una de las cumbres de la prueba, el Alto de Calar, bajamos a Güejar Sierra por un sendero técnico y bastante largo que nos metía al fondo del valle, era el punto kilométrico 60, final para el recorrido corto.

Tras un breve descanso, reponemos fuerzas para afrontar los 40 km y los más de 2.500 m de desnivel positivo que nos quedaban hasta la estación de esquí de Sierra Nevada. La subida era constante y poco a poco nos íbamos acercando a la zona más alta. Al fondo del valle por fin vemos aparecer en el horizonte por primera vez el pico Veleta como testigo y aunque la lógica apuntaba a que seguiríamos el rumbo más directo a Pradollano, no fue así, la organización no lo quería poner fácil y fueron varios kilómetros de rodeo para llegar por fin al avituallamiento de Sierra Nevada, Por delante nos quedaban teóricamente 1.200 m y más de 20 km de ruta, “¡esto está ya hecho!”- pensábamos- “ahora subimos recto por en medio de la estación, hacemos cumbre y todo bajada hasta la meta”… Ese espejismo se desvaneció enseguida.

Por si no fuera ya de por sí dura la prueba, sin añadirle ningún extra, nos dieron un tour completo por toda la estación, en el peor momento del día, ya con las fuerzas bien justas, desplazándonos en altura, por un terreno de pizarra con hilo radiante casi inhóspito, sin sombras, sin apenas agua, de noche para muchos corredores... Sí señor, estábamos de paseo por un decorado lunar, deambulábamos como zombis buscando en el horizonte la cumbre del Veleta, el mal de altura se nos afectaba a todos, las pendientes en algunos casos eran descomunales, desplazarse a más de 3.000 m de altitud con una paliza semejante no es tarea fácil.

Por fin llegamos agónicos al punto más alto, al último control, donde para nuestra sorpresa no tomaban ni tan siquiera el número de dorsal por seguridad. Arriba hacía viento, con tan poca fuerza ya en tu cuerpo te quedabas frío en segundos, ¡si lo llegamos a saber nos ahorramos la última subida, je, je! La bajada en la que ya veías Pradollano al fondo tampoco fue tal y como esperábamos, nos quedaba por ver la otra parte de la estación,  varias vueltas sin sentido y otra subida.

La llegada a meta se hizo interminable, la prueba fue realmente dura y exigente, nos salieron un total de 6.300 m positivos, una propina más de la que nos anunciaron inicialmente. 

Los cuatro lunáticos que formamos parte del equipo y que cumplimos con éxito la prueba, Juan, Raúl, Ángel y un servidor coincidimos en que la prueba fue muy bonita, con buenos detalles y grandes voluntarios, pero no era necesario añadirle más dureza de la que ya de por sí tiene desplazarse por la montaña. En mi opinión los bucles para darle más kilometraje a la prueba se hacen al principio o en mitad, no al final y a más de 2.500 m de altura. La seguridad de los participantes es lo primero y la cifra de participantes que consiguió terminar la prueba lo dice todo de la misma.

Siempre hay que aprender de estas cosas y seguro que para la tercera edición se corrigen ciertos detalles que en nuestra modesta opinión harían más grande la prueba sin dejar de hacerla una de las más duras del sistema solar. ¡Volveremos a conquistar la luna!