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A pocas horas de embarcar

En unos días Anna Comet competirá en la Desert Run 

A pocas horas de embarcar. Anna Comet competirá en la Desert Run 
A pocas horas de embarcar. Anna Comet competirá en la Desert Run 

Ahora mismo tengo todo el material escampado encima de la cama para meterlo dentro de la maleta. Como en casi todos mis viajes me invade aquella sensación de que me estoy olvidando alguna cosa importante y, esta sensación, me perseguirá hasta que vuelva del viaje.

A diferencia de otros viajes, no tengo claro cuál es la pieza que se me olvida porque me tiro de cabeza a una experiencia y aventura tan nueva que seguro que echaré en falta cosas y sobrarán otras, pero esta es la magia de probar cosas nuevas.

En la última entrada os hablaba de las emociones que vivimos en carreras por etapas, emociones personales, muy íntimas y poco compartidas. Pero en realidad, una de las cosas más potentes de las carreras por etapas es la convivencia con los demás corredores. Es inexplicable si no se vive de primera mano.

Cada carrera esconde a gente preciosa tras el dorsal. Personas que en una competición de un solo día ni verías y, por supuesto, no descubrirías

Personas que unas horas antes eran completos desconocidos, en unos pocos días, se convierten en amigos, muchos de ellos, de por vida. Son personas con quien compartes situaciones muy intensas, épicas, en muchas ocasiones. Corredores con quien sufres y te alegras, con quien no escondes unas lágrimas ni una sonrisa esplendorosa. Gente a la que te abrazas sin pensarlo al dejarte llevar por la emoción del momento. Personas por quienes te alegras que hayan tenido un buen día o te sabe mal saber que han sufrido algún contratiempo.

Compartes toda la jornada. Momentos que, en otra situación, te guardarías para ti y que allí se vuelven instantes comunes. Te despiertas, desayunas con las legañas puestas, calientas, corres, descansas, comes, te explicas mil batallitas de la etapa, matas horas muertas charlando y conociendo, cenas y te acuestas.

Un día detrás de otro y, a menudo, en una situación poco confortable o con un cansancio lo suficientemente elevado como para que la empatía se funda hasta extremos insospechados.

Cada carrera esconde a gente preciosa tras el dorsal. Personas que en una competición de un solo día ni verías y, por supuesto, no descubrirías.

Esta es una de las magias de las carreras por etapas. Si se me olvida o no alguna cosa de material seguro que no tendrá ni la menor importancia comparado con la experiencia que me espera entre arena, dunas, calor, kilómetros y decenas de personas con sus historias y sus circunstancias que, por cinco preciosas jornadas, compartiremos como si fuéramos de la familia.