“¡Rápido, muy rápido!”. Eso es lo que se me viene a la cabeza cuando pienso en las carreras de trail en el continente americano. Esa es la manera en la que se corre al otro lado del charco. Así es, pero detrás de eso hay mucho más.
He viajado durante los dos últimos años a EEUU, en la primera ocasión para correr Transrockies, y hace tan solo unas semanas, para vivir una aventura en esa pequeña ciudad llamada Flagstaff, donde quizá vivan en estos momentos algunos de los mejores corredores de trail del mundo. O al menos, aquellos que con más recursos luchan por querer serlo.
Inconscientemente analizo desde un prisma marketiniano, cuando me encuentro con diferentes sectores profesionales, y en el caso del trail, me pasa mucho más. El punto de vista organizador creo que me corre por las venas de manera “desenfrenada”, o más bien, irrefrenable.
Hay cosas que ciertamente me llaman la atención respecto a Europa, como corredor y principalmente a nivel organizativo. Desde el prisma de los principales agentes que intervienen en el sector, organizaciones, público y corredores. Y estas diferencias las asemejo al movimiento neoliberal de principios de los 80 en EEUU.
Partimos de la base de que la gran mayoría de organizaciones son empresas, independientemente del tamaño de la prueba, con lo que esto supone en todos los sentidos.
Del mismo modo, es difícil ver en Europa una gran prueba de trail que no tenga el impulso y la subvención de las instituciones públicas. ¿Por qué pasa esto más comúnmente en Europa y no en EEUU de manera general? La respuesta es muy sencilla; es una cuestión de rentabilidad para las organizaciones.
Por aquí la supervivencia de las pruebas no sería viable si no fuera por las subvenciones públicas, entendidas estas en su mayor parte como ayudas a la promoción e impulso de zonas, en la mayor parte despobladas, con el objetivo de atraer turismo al lugar, algo que está muy bien, pero que quizá no sea sostenible en el tiempo.
La rentabilidad de las pruebas viene marcada por dos fuentes de ingresos principales: el precio de las inscripciones, y el patrocinio de las pruebas. A nivel de “Pricing”, aun con muchísima menos demanda en EEUU que en Europa, el precio de las inscripciones de las pruebas es mucho mayor, existe menos elasticidad por parte del corredor al precio, y los servicios también son menores de manera general, o al menos los gratuitos. Por tanto las pruebas son rentables para los organizadores. Las pruebas realizadas en su mayoría, desde el prisma de la optimización, en las que con muy pocas personas y muy pocos son capaces de organizar pruebas de manera muy profesional. ¡Ah! Se me olvidaba: la mayor parte ellas lo hacen al margen de federaciones, algo que tanto nos preocupa por Europa.
Otra de las cosas que llama mucho la atención es el público, escaso en la mayoría de las pruebas, y que por norma general no mueve grandes masas como puede pasar en ciertos lugares de España. El público no es rentable en principio para las organizaciones americanas, por lo tanto tampoco se hacen esfuerzos en ese sentido.
En cuanto a los corredores, probablemente con los nuevos corredores americanos estamos viviendo una auténtica revolución en el sector, y no solamente en la manera de correr, de dar espectáculo; quizá una revolución en lo que es más importante, en el fondo, o el ¿para qué? Ellos quieren vivir del Trail y lo están haciendo. No sin una revolución en la disciplina, en la seriedad, el compromiso y la profesionalidad; algo que ayudará a que el sector crezca, y todo un ejemplo a seguir para los que vienen detrás.
¿Este es el futuro del trail? No lo se, lo único que tengo claro es que hace falta pasión por parte de los agentes para que el sector avance, independientemente de todo lo demás. Como decía Bukowski “Si no te sale ardiendo de dentro, a pesar de todo, no lo hagas”.