La vida en el pueblo tiene un ritmo único, un tempo pausado y un tiempo que se vigila cada hora con las campanas de la iglesia. En un pueblo de unos 1.500 habitantes todos se conocen, comparten las tardes en la plaza, son las mismas caras en la terraza del bar, hay calma y familiaridad.
En pueblo de 1.500 habitantes ya están acostumbrados a pasar de la tranquilidad al bullicio en cuestión de días, de horas... Zegama ha visto como su pueblo es conocido en todo el mundo por una carrera que se celebró por primera vez en 2002 y hoy es la mejor maratón de montaña del mundo; y como el nombre del pueblo hace un año es el nombre de una zapatilla de trail running. Una marca que adelantaba a otra, esa otra que este año ha querido homenajear a la Zegama-Aizkorri con una producción limitada de 5472 pares, siendo la misma cifra del desnivel acumulado de la carrera.
Esa cifra no es ni por asomo las personas que han visto y/o vivido la Zegama-Aizkorri, esa cifra se ha superado por creces, imposible de calcular. Se pueden tener los datos de visualizaciones del streaming, de la gente que entró en el pueblo de Zegama e incluso de la gente que arropó en cada kilómetro a los 512 corredores que el pasado domingo tuvieron la oportunidad y casi diríamos el privilegio de vivir uno de los mayores espetáculos de trail running que conocemos. Pero lo que no se puede calcular son las emociones vividas en la 23ª edición donde se superaron todas las expectativas; una edición en la que Kilian volvió una vez más a dejarnos con la boca abierta con su enorme actuación; en la que José Luis Capitán nos dio una lección a todos; y en la que la comarca de Goierri se vuelca con cada visitante durante todo un fin de semana.
No recordamos días, recordamos momentos (Cesare Pavese)
Récord de público, todo el mundo lo ha visto y lo ha comentado, mucha gente ya desde el viernes, imposible entrar en el pueblo, aparcar... mucha gente subiendo a Sancti Spiritu, a Aizkorri... La conviviencia en la Zegama-Aizkorri siempre es buena, todos por un mismo objetivo, disfrutarla con los cinco sentidos. Pero este año hay que "tirar un tiron de orejas" a aquellos y aquellas que se saltarón las normas en el Parque Natural de Aizkorri-Aratz para pernoctar o que habiendo solicitado un 4x4 para cubrir la carrera no acudieron a su cita y no avisaron a Joseba. Hablamos de una falta de respeto al medio dentro de lo que se supone una comunidad que presume de ser respectuosa con el que es el escenario de juego y disfrute; y hablamos de una falta de respeto también hacia una organización que es en su totalidad voluntaria y dedica mucho tiempo en que todo salga bien y todo el mundo pueda hacer correctamente su trabajo. Esto no mola nada y será 2025 donde se tendrán que tomar medidas para que ninguna de estas dos circunstancias se vuelvan a repetir. Sabemos que todo el mundo quiere estar, todo el mundo quiere decir: "Yo estuve allí cuando Kilian ganó su 11ª edición", pero eso no puede estar por encima de saltarse las normas o no ser empático con la familia zegamarra.
Aislando estas dos situaciones, la Zegama-Aizkorri, que nos reune a muchos amigos durante tres o incluso más días, es algo único que cuesta explicar si no lo has vivido en persona. Aunque no seas trail runner, aunque tampoco te guste mucho el deporte, es una experiencia tan mágica que creo que hay que vivirla al menos una vez como expectador/a, que todos sabemos lo difícil que es ponerse un dorsal. Y una vez la hayas vivido sabrás y entenderás por qué «Zegama es Zegama», esa famosa frase que Kilian dijo una vez y que ya es el lema más conocido y usado en la comunidad del trail running.
Y con todo, con esos momentos especiales de cada Zegama-Aizkorri que recordaremos, yo me quedo con la Zegama pre y post, la calmada y familiar, en la que te hacen ser una "zegamarra", zurito bat partekatzea eta elkarrizketa ona izatea. Mila esker familia.
