comitium

El primitivo impulso es un negocio

Sobre la gestión necesaria del trail running

Roberto Palomar.

El primitivo impulso es un negocio
El primitivo impulso es un negocio

Una mañana, un tipo le arreó con el mango de un paraguas a una piedra y la alejó unos cientos de pasos. El tipo no lo sabía pero había inventado el golf. El golf es uno de los deportes con un reglamento más variado y extenso de cuantos existen pero ello no impide que millones de personas disfruten con la simpleza de su juego. Hoy en día, cada vez que vemos a un golfista salir del tee del hoyo uno, en el fondo estamos viendo al hombre del paraguas arreando a la piedra con el mango.

Otra mañana, un tipo que vivía en un entorno privilegiado, decidió salir a correr por el monte, se alejó unos cuantos kilómetros y, al cabo de unas horas, regresó feliz. El tipo no lo sabía ni lo pretendía pero había inventado el trail running. El trail running, como le sucede al golf con su intrincado reglamento, está inmerso hoy en una sopa de letras, siglas, intereses, vericuetos y subterfugios por ver qué organismos controlan aquel primitivo impulso de salir a correr por el monte.

Porque aquella simpleza se ha convertido en un negocio fantástico y porque, lo queramos o no, necesita estar vertebrado, unificado y reglamentado deportiva y administrativamente. "¿Y a nosotros, qué más nos da?", se preguntarán muchos corredores. Efectivamente, nosotros solo queremos seguir siendo el tipo del paraguas o el que salió a dar una vuelta por la montaña, pero hemos de reconocer que el asunto ha adquirido tal volumen que necesita un control.

Y aunque a nadie que salga a correr por las trochas le apetece meterse en asuntos burocráticos, el corredor tiene derecho a saber si su deporte está subvencionado, si debe dirigirse a una federación o a otra o a ninguna, dónde va lo que paga en las carreras, si corre seguro, si el que corre a su lado lo hace limpio, si una organización es de fiar o se ha apuntado a una carrera chapuza.

El asunto del trail running y quién debe controlarlo -si es que alguien debe de hacerlo- es denso. Y aburrido, incluso. Pero sería mirar para otro lado no reconocer que nuestro deporte ha adquirido tal dimensión que necesita una revisión en su modelo de gestión. Que ya se sabe que al corredor todo esto le resbala, que por qué no dejarlo como está, que nosotros solo queremos correr... Pero si queremos un trail running mejor, que nos sigan acotando la montaña, que nos midan las distancias y los desniveles, que nos organicen carreras atractivas y seguras, que haya cantera, difusión y cultura de trail habrá que, al menos, prestar atención a lo que está pasando.

Es más un asunto de organizadores, federaciones, comités e incluso de marcas que de corredores. Un asunto de intereses, en definitiva, pero que puede ayudar a crecer a una disciplina ya emergente o disgregarla y relativizar su importancia. Tampoco hay que alarmarse porque no seríamos el primer deporte que convive en "bicefalia", por decirlo de alguna manera. Pero en la base de la pirámide seguimos estando los corredores, unos tipos que deciden. Deciden dónde se apuntan, dónde se federan, qué marca de zapatillas compran, qué pulsómetro usan... En definitiva, unos tipos que tienen mucho que decir.