
La carrera con menos piedad del mundo. Las reglas son sencillas: hay que dar cinco vueltas a un recorrido de 20 millas pasando por cinco lugares estratégicos y valiéndose únicamente de un mapa y dos puntos de avituallamiento. No hay dos trazados iguales. Cada corredor sigue su rumbo y acredita el paso en cada vuelta arrancando una página de los libros escondidos en cada bucle.
Desde que en 1986 se empezara a celebrar esta carrera, solo una quincena de corredores ha logrado ser finisher en las 60 horas de plazo reglamentarias. Ha habido más de mil intentos. El organizador de esta carrera es una mente perversa llamada Gary Cantrell. Para lograr entrar en la carrera debemos escribir un relato convincente que conteste esta pregunta: ¿Por qué debo ser elegido para correr la Barkley 100? Solo él y su siniestro criterio decidirán si eres uno de los 40 elegidos en cada edición.
Desde el año 2003, a modo de homenaje a Tenzing Norgay y Edmund Hillary, se celebra el maratón a mayor altitud del mundo. El título es indiscutible para esta prueba cuya línea de salida se ubica a 5.362 metros, muy cerca del campo base del Everest. Desde allí se inicia el recorrido de 42 kilómetros hasta el poblado sherpa de Bazar Namche, a 3.446 metros de altitud. La mayoría del trazado es en pendiente descendente, aunque hay dos durísimas subidas que ponen al límite la capacidad pulmonar de los participantes.
Para lograr plaza en este maratón, la única manera de hacerlo es contratando alguno de los paquetes de viaje disponibles en su web.
El colosal desierto de Gobi es escenario de una de las carreras non-stop más largas del mundo: 400 kilómetros sin dividir, del tirón, planteando una experiencia donde la estrategia ocupa un lugar prioritario. La prueba se realiza en semi-autosuficiencia, por lo que el atleta debe llevar todo el material necesario de principio a fin y un mínimo de 25.000 calorías. El desafío es llegar a la meta en un plazo de 150 horas y superando los 23 puntos de control del recorrido. La única ayuda son 10 puestos de descanso donde se puede recargar la comida y descansar.
El trazado de esta carrera sigue los pasos de un legendario monje budista que aparece en la literatura china explicando su periplo por las inhóspitas dunas del Gobi. Tras sus pasos hay que afrontar un recorrido con poco desnivel pero que nos llevará hasta los 3.800 metros de altitud mientras disfrutamos de ruinas milenarias de antiguas civilizaciones transitando por desiertos de arena y roca, ríos cristalinos, restos de glaciares, pastos en altura, etc.
Prueba de de ultrafondo por etapas y en autosuficiencia que alcanza los 250 kilómetros y que se celebra en la selva amazónica de Brasil, cerca del municipio de Santarem. Temperaturas superiores a los 40 grados y una humedad del 99%, pero el mayo peligro son los bichos que pueden interferir en el camino y que obligan a estar en alerta permanente, desde serpientes y anacondas hasta pirañas y jaguares... La densidad de la jungla obliga a abrirse camino antes de que la noche apague las luces. Para entonces, lo mejor es haber llegado hasta el campamento para buscar dos árboles en los que adaptar nuestra hamaca. Un desafío que va mucho más allá de lo atlético y deportivo.
Se celebra en los blancos campos canadienses de Whitehorse, un auténtico desierto de hielo durante trece días. Más que de una carrera se trata de una aventura. Hay cuatro distancias a elegir en el programa: maratón, 100, 300 y 430 millas. También hay tres maneras de proceder: corriendo, esquiando o en bicicleta. Cualquiera de las combinaciones es altamente exigente debido a las condiciones de frío que se registran durante esas fechas, con temperaturas que pueden llegar a los 40 grados bajo cero.
La prueba sigue la ruta de una legendaria carrera de trineos tirados por perros: Yukon Quest. El riesgo de congelación es la gran amenaza en plena tundra canadiense. El recorrido se encuentra balizado pero en ocasiones la cinta no puede resistir el azote del viento y el camino puede ser confuso. Cada participante debe arrastrar su pulka de principio a fin y portar todo lo necesario para sobrevivir durante la competición: ropa, comida, botiquín, etc. Un desafío descomunal para el cuerpo y la mente.
Una aventura que nos transporta al corazón de la sabana africana, Lewa, al norte de Kenia, en un área salvaje de protección de distintas especies de animales. Es el hogar de más de cien rinocerontes, 26 leones, manadas de elefantes, cebras, jirafas, búfalos y guepardos. Los participantes puedes cruzarse con ellos en cualquier momento y disfrutar de su presencia mientras encaran los montes de Samburu y Ololokwe. También es habitual que los masáis residentes en la zona se sumen a los corredores durante algunos kilómetros. El trazado se compone de sabana pura, caminos ondulados de tierra con algunas acacias como única vegetación sobre el terreno.
La única manera de conseguir dorsal es contratar una agencia.
El eslogan de esta carrera no engaña a nadie: ‘El ultra más cruel del mundo’. La perversa idea es de un aventurero que al volver de un viaje pensó en crear la prueba de resistencia más exigente del planeta. Hablamos de completar 333 kilómetros en un plazo de 72 horas a través de un trazado que nos lleva a tres picos de más de 5.000 metros de altitud.
La carrera empieza en la base de la Cordillera del Karakorum, en el Valle de Nubra (Ladakh) y transcurre por un gélido desierto en altitud cuyos cambios de temperatura en agosto son de los más bruscos del mundo, pasando de los 40 a los -12 grados en apenas seis horas. Esta prueba que se celebra junto al Himalaya cuenta con el criterio de acceso más exigente del mundo: haber corrido una prueba de 100 millas en el último año o de 200 millas en el último año y medio. La organización recomienda llegar 9 días antes como periodo de aclimatación.
Es uno de los ultramaratones más antiguos del mundo y transcurre por las escarpadas y peligrosas Barrancas del Cobre de la Sierra Madre Occidental de México. El pueblo de Guachochi alberga la salida y meta de esta carrera que lleva a los participantes a la barranca Sinforosa, la más profunda e inhóspita de las siete que forman esta sierra. Se trata de un terreno tan abrupto que una mala zancada puede arrojarte por el precipicio.
La aventura de adentrarse hasta las profundidades del cañón -donde las temperaturas tropicales llegan hasta los 40 grados- es una experiencia tan bella como peligrosa, pues hablamos de un territorio repleto de cactus y serpientes de cascabel. El trazado de 100 kilómetros es dominio de los rarámuri.