Los corredores de montaña somos uno de los gremios más proclives a sufrir las consecuencias de los rayos del sol. Pasamos horas en la montaña, lo que significa estar mucho tiempo expuestos a la radiación solar, que es la energía que el sol libera a través de radiciones electromagnéticas, y si bien necesitamos esta energía porque es fuente de vida, también pueda resultar nociva y ser la causa de ciertas patologías como el cáncer de piel. Hay diferentes tipos de radiación solar:
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UVB: mayor incidencia e intensidad en verano. Responsables de las quemaduras y el cáncer. 0,1% de la radiación.
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UVA: estable todo el año. Efectos a largo plazo: fotoenvejecimiento, manchas, etc. Menos cancerígenos que los UVB. 4,9% de la radiación.
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Visible: actúa con los rayos UVA: acumulación en la dermis que puede derivar en envejecimiento prematuro, manchas y cáncer cutáneo. 39% de la radiación solar.
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IR-A: acelera el envejecimiento al aumentar la degradación del colágeno y al mismo tiempo disminuir su síntesis. 56% de la radiación.
Los rayos UV alcanzan el suelo todo el año, incluso en los días nublados o con poco sol, pero aún son más peligrosos en verano y en altitud. Por eso es especialmente importante cuidar nuestra piel en esta época del año, aplicándonos crema de protección solar, un elemento tan imprescindible en nuestra equipación como las propias zapatillas o la mochila de hidratación.
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Ten en cuenta que la ropa no bloquea todos los rayos ultravioleta. Por eso ahora hay camisetas con protección rayos UVA.
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Incluso con el protector solar adecuado, parte de los rayos UV penetran en la piel, así que es recomendable el uso de protección de espectro amplio (30 superior).
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Elige un protector solar deportivo, para que su efecto permanezca a pesar del sudor o el agua. Los sprays transparentes son efectivos, cómodos y adecuados para los deportistas.
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Aplica a conciencia sobre zonas clave. Hay partes del cuerpo que son hipersensibles al sol, como el cuello, la cara, el empeine, las orejas o el escote. Cada uno tiene las suyas. Aplica de manera abundante en estos lugares o en otras zonas en las que te quemes con facilidad.
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Protege tus tatuajes. Si tienes tatoos, ya sabes que tienes que echarte bien de crema sobre ellos.
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Aplica el protector cada dos horas. Es el tiempo “de vida" que tiene el protector solar una vez llega a nuestra piel. A partir de entonces, dejaremos de estar protegidos.
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Fíjate en la fecha de caducidad. Tendemos a pensar que un protector solar no caduca. ¡Y es mentira! Los protectores solares duran aproximadamente un año, por lo que si rescatas uno a medias del pasado verano, fíjate en la fecha de caducidad. Aunque no esté caducado, lo ideal es comprarse uno nuevo, ya que durante todos estos meses la crema –desde que se abre– ha perdido propiedades.
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Y después… ¡After sun! Igual que estiramos después de correr o nos damos una ducha de agua fría para reducir la fatiga muscular, debemos aplicarnos after sun en nuestra piel. Tras la exposición solar, es importante rehidratarla, refrescarla y relajarla.