Es una evidencia que en el mundo en el que nos movemos, la comunicación es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de cualquier proyecto, no sólo hay que hacerlo sino que además hay que saber contarlo para que consiga el mayor de los alcances y para que, más importante aún, llegue de la forma adecuada y que resulte agradable y atractivo.
Os presentamos a Paula Pevida (Asturias) además de una enamorada del deporte de toda la vida, desde hace dos años es la responsable de comunicacion en RRSS de las Merrell Skyrunner® World Series Este circuito ha vuelto a materializarse en los calendarios de la élite mundial. Las pruebas se han consolidado y se vuelve a hablar de las “carreras Sky” por todo el Mundo.
He aquí el gran dilema, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? No creemos en las casualidades.
Mi amistad con el deporte comienza cuando era niña. Recuerdo cada inicio de curso como un momento especial: era la ocasión de elegir las actividades extraescolares del año, y entre ellas siempre había, al menos, un par de deportes. Mi primer contacto con la montaña llegó pronto: con apenas cuatro años, mis padres me regalaron mis primeros esquís —que aún conservo con cariño— y me llevaron a esquiar a San Isidro, una de las estaciones más cercanas a Asturias. A esa edad no entendía de técnica ni de tiempos, sólo de sensaciones: el frío en la cara, el sonido de la nieve bajo los pies y la emoción de deslizarme por un terreno que me parecía infinito.
A los siete años viví otra experiencia que guardo con especial cariño: mi primera caminata al Urriellu, el pico más emblemático de Asturias, junto a mi padre y unos amigos. No voy a negar que se me hizo larga, pero cada vez que miro las fotos de aquel día me hace recordarlo con especial ilusión. Allí entendí algo que me acompañaría siempre: en la montaña, el esfuerzo siempre tiene recompensa.
Con la adolescencia y la universidad en Madrid llegaron nuevos intereses y otros ritmos. Me alejé un poco de las montañas y descubrí el crossfit, un mundo de intensidad, precisión y superación diaria. Me enganchó la idea de competir contra mí misma, de medir cada mejora. Pero, a pesar de los logros, notaba un vacío: me faltaba el aire libre, el silencio y esa sensación de pequeñez que sólo da la montaña.
Mientras tanto, mi padre se adentraba en el mundo del trail. Cada fin de semana me llamaba para contarme que había corrido una nueva carrera por alguno de los montes asturianos. Cuando llegó la pandemia, mi último año de universidad se vio interrumpido y tuve que terminar el curso desde casa, en Asturias. Fue entonces cuando realmente volví a conectar con el deporte, las montañas y la naturaleza. Mi padre me animó a salir a correr con él por una pequeña zona de bosque cerca de casa, y aquello me hacía feliz.
Una vez pasada la pandemia y con la vuelta a la normalidad, decidí probar lo que era hacer una carrera de montaña. Y así fue con el Castañeru, en el Parque Natural de Redes. Después de unos cuantos meses entrenando, decidimos apuntarnos al EDP Sobrescobio Redes Trail, para hacerlo en parejas junto a mi padre y correr ambas distancias. Ese fin de semana fue especial, de esos que se quedan grabados. Nos llevamos la victoria en nuestra modalidad, conocí personas increíbles del mundo del trail y, desde entonces, me enamoré por completo de este estilo de vida.
Poco a poco, las carreras se convirtieron en un objetivo. Entrenaba con ilusión, sentía que estaba en mi mejor momento. Pero entonces llegó uno de los golpes más duros: una grave fractura de tibia y peroné. En segundos, todo se detuvo. Pasé de preparar una competición a aprender a caminar de nuevo. ¿Volvería a disfrutar corriendo por el monte? Fue frustrante, sí, pero también una lección brutal de paciencia y perspectiva. Aprendí que el cuerpo se cura con tiempo, pero la cabeza necesita un propósito. Esa lesión me obligó a redefinir mi relación con el deporte: ya no era sólo rendimiento, sino también resiliencia.
Durante la recuperación, me apoyé en otra de mis pasiones: la comunicación. Había trabajado en Decathlon, donde descubrí lo mucho que me gustaba conectar con la gente a través del deporte. Decidí formarme y cursé un Máster en Comunicación Corporativa, Protocolo y Eventos buscando una manera de unir mis dos mundos: el deporte y la comunicación.
Un buen día, una alerta de empleo apareció en mi teléfono: buscaban a alguien para gestionar las redes sociales de las Skyrunner World Series, un circuito que seguía desde hacía tiempo y en el que siempre había soñado participar. Pero, ¿y si, en lugar de correrlo, pudiera trabajar en él? Sin pensarlo dos veces, envié mi currículum.
Hoy, a mis 27 años, he logrado encontrar ese equilibrio. Trabajo en lo que me apasiona: gestiono las redes sociales y a los atletas sub 23 del circuito Skyrunner World Series, un proyecto que me permite seguir conectada a las montañas y al deporte, aunque desde otra perspectiva. Detrás de cada foto y cada publicación hay algo más que números y métricas: cuento las historias de quienes se enfrentan a sus propios límites.
Sigo corriendo, aunque de otra manera. A veces más despacio, a veces sin dorsal, pero siempre con la misma motivación: disfrutar del camino. Porque el deporte me enseñó que no se trata sólo de llegar antes o más lejos, sino de entender qué te mueve y por qué sigues haciéndolo.
Esta es mi segunda temporada en el circuito, trabajando y disfrutando en los distintos montes del mundo. Han sido meses de viajes, nuevas montañas, culturas distintas y mucha gente inspiradora. Me siento una persona afortunada por poder vivir todo esto, y cada día tengo más ganas de seguir creciendo y aportando mi granito de arena para que este deporte, el de las montañas, siga conquistando corazones.







