Soy de aquellas personas que entrenaría únicamente por hobby – aunque también me chifla competir y de ello ya hablaremos otro día. Pero me apasiona entrenar. De hecho, siempre he pensado que el día que deje de competir – si esto ocurre- seguiré entrenándome únicamente por el absoluto placer de hacerlo.
Ahora estoy en plena huelga mental y física
Así que el día en que mi cuerpo me dice que no quiere, que está perezoso y que no busca las horas para hacerlo, le hago caso. Me pasa en contadas ocasiones a lo largo del año y, normalmente, este estado de letargo me dura unos pocos días, pero existen momentos en que se me alarga. Ahora estoy en plena huelga mental y física.
Temporada tras temporada he ido aprendiendo que necesito estos descansos y que no por apresurarlos o cortarlos antes de tiempo mejora mi rendimiento. Me conozco y sé que el descanso no se alargará tanto como para perder la forma física así que dejo que mi cuerpo mande por unos días y si son cuatro o quince no me preocupa ni me estresa.
Salgo de un mes de agosto vertiginoso. Casi de ensueño pero que tiene sus consecuencias. Empecé compitiendo en Austria, en la Grossglockner 50k, el 27 de julio, a la semana siguiente competía en Francia, en el Championat du Canigou una carrera de 34 km. Al cabo de 9 días iniciaba las 6 etapas de Transrockies Run en Estados Unidos tras un viaje de más de 18 horas y volví a Europa para cerrar el mes de agosto en la OCC de 55 km.
Una auténtica locura. No acostumbro a montarme estos calendarios pero este año ha ido así y ha funcionado. Me he encontrado en un estado de forma excepcional, he batido récords de pruebas, récords personales y he cerrado con la medalla de chocolate en Chamonix, así que lo hemos calculado a la perfección.
Pero ahora mi cuerpo y mi cabeza me piden una tregua. Desde que crucé la meta bajo la atenta mirada del Mont Blanc, hace ya un poco más de una semana, que mi cuerpo empezó, de forma libre y natural, unos procesos muy curiosos.
Sé que si descanso bien ahora, cuando arranque será para ya no parar.
En primer lugar no podía descansar bien, pasé unos días durmiendo muy mal y con muchísima hambre, con ganas de llevarme a la boca alimentos con más porcentaje de grasa del que estoy acostumbrada y que nunca como, como galletas, magdalenas, patatas de bolsa… y durante un par de días me lo permití.
Y, en segundo lugar, tras este pequeño período, entré en una fase como de desintoxicación. He dormido horas y horas –las que Gil me ha permitido- y con ganas únicamente de verduras y fruta. Incluso la piel de la cara la he tenido como sucia y extraña durante unas jornadas.
Todavía me quedan algunas pruebas esta temporada, pruebas largas y por etapas como la Desert Run en octubre y la Everest Trail Race en noviembre. Podría estar subiéndome por las paredes porque llevo más de una semana parada, pero estoy tranquila. Sé que si descanso bien ahora, cuando arranque será para ya no parar.
¡Ahora, necesito descansar!