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Vacaciones en Noruega

Aventura junto a Sondre Amdahl

Yeray Durán

Vacaciones en Noruega
Vacaciones en Noruega

A lo largo de la vida vamos acumulando experiencias de todo tipo, unas normalitas, otras no tanto, unas buenas, otras no tanto, y otras simplemente geniales. Y de eso quería hablaros en esta entrada, de la experiencia genial que viví hace unos días.

Como todos saben, soy canario, y la verdad es que estoy acostumbrado a los inviernos de las islas, que más parecen primaveras por el estupendo clima que tenemos, pero si seguís mis andaduras, hace ya un año que vivo en el Pirineo. Pues bien, a pesar de haber pasado mi primer invierno en lo que yo considero ‘el Polo Norte’, este año decidí acercarme más a este punto cardinal propiamente dicho. Así que el pasado mes de enero tuve la suerte y la oportunidad de viajar a… ¡Noruegaaaa!

El 2016 no tuve tiempo de muchas vacaciones, ya que acabé la temporada a finales de octubre con el mundial de Portugal, y en noviembre que era el período de recuperación estuve liado con un curso, y claro, con diciembre encima tocaba empezar la pretemporada. Realmente el año 2016 se me hizo largo, muuuuuy largo… así que necesitaba un break para cambiar el chip y recargar pilas de cara a 2017, y pensé: “qué mejor que unir un poco de turismo y deporte de invierno para no dejar de lado el trabajo de la pretemporada que en un plis-plas  se me viene la Transgrancanaria encima”.

Pues como siempre, así lo viví y así os lo cuento! Hacía tiempo que había hablado con Sondre Amdahl, el ultrarunner noruego del equipo Gore,  y le había prometido que algún día le haría una visita a su tierra. La verdad que hicimos ‘buenas migas’ cuando nos conocimos hace un par de años. Estuvo viviendo en Gran Canaria, donde decía que el clima le favorecía para sus entrenos. Y este año por fin cumplí mi promesa.

Despegamos de Barcelona rumbo a Oslo y de allí tardábamos 2 horas en coche hacia el norte para llegar a Trysil, el pueblo donde vive Sondre. A medida que nos acercábamos al pueblo acortábamos distancia pero la nieve iba en aumento. Trysil es una de las zonas de Noruega con más afluencia de turismo de nieve tanto nacional como internacional, y cuenta con una de las pistas de esquí  alpino más grandes del país. También se caracteriza por tener uno de los clubes de esquí más antiguos de Europa.

Justo a la entrada de Trysil había un giro hacia la derecha, el coche se me fue y… “YERAYYYY gira, gira, gira…”, toqué el freno (¡gran error!) y nos subimos a la intersección donde había una montaña de nieve y nos quedamos encallados cual barco en una playa. Tuvimos la gran suerte de que una grúa pasase justo en ese momento -como si de un ángel de la guarda se tratara- y nos sacase de allí. 

Los noruegos cenan un poquitito antes que nosotros (sobre las 18h) y ese día debido a nuestro altercado les hicimos esperar y cenar con horario español (y no tan malo), a las 21 de la noche.

Al día siguiente había que levantarse pronto para  aprovechar las pocas horas de sol que teníamos para hacer esquí de fondo. Disfrutamos de un típico desayuno noruego con  zumo de frutos rojos, una tostada con queso marrón (muy buena por cierto, un poco dulce, tirando a dulce de leche) y mermelada de frutos rojos, un contraste de sabores brutal.

Y aquí viene mi alucine: Sondre nos cuenta que existe una aplicación de móvil donde puedes saber cuántas horas hace que pisaron cada zona de las pistas de esquí de fondo ¿Es para flipar o no? Tienen las zonas diferenciadas y las que son prioritarias son las que pisan primero. Fuimos a una de esas zonas que hacía poquito habían pisado, ya que estaba nevando y no queríamos arriesgarnos a que no hubiese raíles que marcaran el camino. Al final sólo hicimos 20km por el bosque ya que el tiempo no acompañaba: nevaba y no hacía mucho frío, así que la nieve se nos pegaba a la suela de los esquís y no nos dejaba avanzar.

Los 20km nos supieron a poco y  por la tarde cuando ya había oscurecido salimos a correr una horita con las zapatillas de clavos por la carretera que tenía una buena capa de nieve. Me abrigué por capas (haciendo uso de las recomendaciones de mi último post) ya que no las tenía todas conmigo para entrar en calor rápido con el ejercicio. Esta vez cenamos un poco antes para no romper las tradiciones noruegas jajaja.

Pasé una noche de perros, eso sí, gracias a mi amiga barriga, y al día siguiente no pude salir a esquiar. Parecía que me había pasado una apisonadora por encima.

Ya para la hora de la cena mi estómago me dio una tregua y tuve la oportunidad de cenar. ¡Salmón con verduras! Que uno no puede irse de Noruega sin comer salmón.

Después de mi break forzoso, el tercer día antes de salir, no podía dejar de explorar unos kilómetros de los más de 100km que tienen las pistas de esquí de fondo de la zona.

Puestos en marcha, dejamos el pueblo de Sondre y nos dirigimos hacia el sur, cerca de Oslo, a un pueblo llamdo Drammen, para visitar a otros amigos. Al llegar nos tenían preparada una nueva cata gastronómica típica de la zona, esta vez bacalao con salsa de mantequilla y huevo duro rallado. 

Al día siguiente fuimos nuevamente a hacer esquí de fondo, pero esta vez con unas salchichas en la mochila para hacer un ‘asadero’ (nombre canario para barbacoa o grill) en una hoguera delante de un refugio en medio de la nieve. ¡A mí me parecía que estaba en una película de vikingos! Si me dicen que iba a hacer un asadero a menos de 5ºC les hubiera llamado locos. Pero no. Allí estaba yo disfrutando como un niño.

Moraleja: además del disfrute gastronómico, en lugares como Noruega te das cuenta de la importancia que tienen otros deportes para el corredor, como en este caso el esquí de fondo. Allí un corredor de trail es uno más, pero un esquiador de fondo es un ídolo.