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Un Mundial desde dentro, por Yeray Durán

Crónica de una medalla de plata

Yeray Durán. Fotos: JCD Fotografía.

Un Mundial desde dentro, por Yeray Durán
Un Mundial desde dentro, por Yeray Durán

El martes 25 de octubre comienza la aventura. Casi todo el equipo de la Selección nos citamos en las oficinas de la Real Federación Española de Atletismo (Madrid). Allí comemos y en dos furgonetas ponemos rumbo a Braga. Por el camino pillamos también a Pablo Villa, Depa y Uxue, y llegamos justo para la cena en el hotel. Barriguita llena y planificamos el entrenamiento de todo el equipo. Decidimos que a la mañana siguiente podíamos salir a entrenar y hacer los 15 primeroskm de la carrera. El equipo de técnicos de la Selección lo coordinó todo para recogernos en el km 15, Fafiao, y a algunos que no querían hacer tantos kilómetros los recogerían antes. Ese día fue un poco a la aventura, tal y como me había pasado en el reconocimiento que había hecho con Pablo un mes atrás. Nos metimos por una zona de cascada, y al no haber mucha señalización, seguimos el track que tampoco ayudaba mucho. Almuerzo y a descansar un poco que nos esperaba una buena el sábado.

El jueves Pablo, Pau y yo, con la ayuda de Sergio, nos fuimos a ver un tramo del recorrido que nos faltaba, desde Lindoso hasta Soajo. Este tramo ya tenía señalización y estaba más limpio de vegetación, lo que hacía más fácil el reconocimiento. 

Vuelta al hotel donde teníamos el almuerzo y por la tarde visita a la feria para estar con los chicos de La Palma en el stand de la carrera Reventón Trail.

Sin darnos cuenta nos metemos en el viernes, el día previo a la carrera. A las 12:00 tuvimos una reunión técnica para decirnos las novedades de cara al mundial, últimos detalles de material obligatorio, climatología y cosas así. A las 16:30 tuvimos el desfile de selecciones. La verdad, fue bonito por lo que significaba, pero podía haber sido más dinámico y más corto. Allí desfilamos y vimos caras conocidas, corredores con los que habíamos coincidido durante la temporada y la frase que se venía a la cabeza era... ¡Vaya nivel! 

Ese día había que cenar muy pronto, casi a la hora de la merienda, las 19:30, y dejar preparadas las bolsas de material para la asistencia. En esta prueba teníamos permitidos tres puntos de asistencia externa y nos podían asistir un máximo de dos miembros en esos puntos. La verdad, eso estaba muy pero que muy controlado.

Sin más, nos fuimos a dormir. Las 2:15 am era la hora a la que Pau y yo, que compartíamos habitación, habíamos puesto el despertador. A las 3:20 am había que estar en la recepción del hotel para salir dirección a "Río Caldo", punto de partida de la carrera.

En menos de una hora estábamos allí, en la salida, preparando todo a los pies de la furgoneta de la Selección, ¡que en nada tocaba correr!

5:00 am y… ¡pummm! ¡Pistoletazo y todo el mundo sale como un tiro! Pero ya la primera subida (que se las traía) se encargaría de poner a todo el mundo firme, porque como yo siempre digo: al principio todo el mundo tiene fuerza.

Y la verdad, yo sí que no tenía fuerzas. Me notaba fatigado y con dolor de piernas, y no entendía nada. Los días anteriores me encontraba super bien, pero claro, el cuerpo es la bomba y nunca se sabe cómo puede reaccionar ante una situación de este tipo. Así y todo había que tirar como fuese. Aquí no sólo importaba un resultado individual, sino de equipo, el de la Selección. 

Avancé sufriendo muchísimo y sabiendo que no estaba rindiendo como a mí me gustaría.

En un abrir y cerrar de ojos pasé por el km 15 donde teníamos avituallamiento de líquido, y pasé sin necesidad de parar porque iba completo. Allí me dicen que la diferencia con los primeros es de 2 minutos,  y que la carrera está empezando, así que calma. A continuación no paramos de subir y tras 1 hora ya era de día. Tocaba bajar 3 ó 4 km dirección Vila do Geres (km 30) donde teníamos la primera asistencia. A pesar de ser primera hora de la mañana, la entrada al pueblo estaba llena de gente animando. Sin más, cambio el soft-flask  (la botella blanda en vocabulario de runner, jeje) y cojo algo de comer para salir, sabiendo que me espera una buena subida de 5km. A pesar de ello tomé la decisión de no coger los bastones. Luego bajamos 3km para hacer la subida a Serra Amarela donde nos esperaban unas vistas espectaculares y un avituallamiento líquido que fue mi salvación. ¡Llegaba seco! Y allí pillé a Pablo mala cara y le pregunté: “¿Qué tal, necesitas algo?",  a lo que me respondió que iba con calambres. Como yo me había avituallado bien le dije cual vendedor azafato: “¿Quieres sales, geles, barritas…?”. 

Bebí bastante líquido, llené depósitos y le comenté la opción de seguir juntos. Pablo no lo veía claro y aunque me sabía mal dejarle atrás, no podía quedarme quieto.

Continué por una larga pista y empecé a encontrar “mis sensaciones”. Me metí por un sendero más estrecho para llegar, callejeando, al avituallamiento de Lindoso, frontera con Galicia, y zona llena de hórreos. Paré para cambiar las botellas y comer algo. De allí salí con algo más de motivación, sabiendo que la parte venidera la había recorrido el jueves y que los sube y baja entre senderitos me hacían disfrutar. Pero ¡Oh, sorpresa! Antes de llegar a Soajo empezaba el cuerpo de nuevo a encender el pilotito rojo y me encontré agotado pero con sensación de fatiga y no como consecuencia de la carrera. Me comentan que a sólo 5 km tendría una asistencia, pero la verdad, más que correr sentía que me iba arrastrando. Así fue como llegué a Mezio, entrando en un parque y comiendo algo para, al salir, pasar una revisión de material. Salí corriendo de allí sabiendo que ya no quedaba tanto para el final y siendo consciente de las diferencias de tiempo entre los que tenía delante y los que apretaban por atrás, que no eran pocos. Parecía que quedaban 11km de bajada a meta pero no era así. Te encontrabas con un repecho que a esas alturas, y con el día que llevaba, se me podía hacer un mundo. Pero la experiencia te lleva a saber dónde realmente debes correr más o por el contrario debes aguantar y valorar si podía pillarme el italiano que de vez en cuando le daba por apretarme los talones. Me comentaron que Tofol no tenía un buen día, que las diarreas y los vómitos le habían complicado la carrera, y sabiendo que tenía que puntuar y que un corredor de otro país se podía colar en medio de nosotros y quitarnos una medalla, nos hacía luchar a todos por dar lo mejor de nosotros y no fiarnos.

¡Y por fin allí estaba el puente! El recorrido por Arcos de Valdevez me llevaría directo a la meta. Al final plata por selecciones y un 14º puesto en un Mundial. ¡Qué más puedo pedir en este 2016! ¡Ah, sí! ¡Vacaciones! Jajajaja! Con estos resultados firmo desde ya un 2017 igual o mejor.