comitium

Crónica ‘asturiana’ del Trail Peña Ubiña

-Corredurías humorísticas de Gobitu-

Gobitu. Foto: Mikael Helsing.

Crónica ‘asturiana’ del Trail Peña Ubiña
Crónica ‘asturiana’ del Trail Peña Ubiña

Como no podía ser de otra manera, este fin de semana tocaba carrera de montaña y lo hacía en un marco incomparable como eran los Alpes Tuizos en un recorrido altamente alpino (como les peres). Cómo no, los organizadores tuvieron a bien avisarme para participar en la prueba como una leyenda del trail ya consolidada que soy. Esta vez el dios todopoderoso me había visitado el miércoles por la noche y me había dicho: "Gobitu, tú yes el elegido, yes lo máximo del trail, demuéstralo el domingo".

El jueves por la tarde me planto en la localidad de Tuiza con una amiga para preparar la carrera, y lo primero que encuentro es a Manolo, el consejero-delegao del bar del pueblo con una pancarta que reza: "Bienvenido Gobitu, el ídolo de Tuiza".

Al día siguiente madrugo, más o menos a las 12.30 del mediodía, y después de tomar el vermú subo a los Fontanes y el sábado a Peña Ubiña, así, sin motivo aparente, pa relajar les piernes, vemos a los locos del kilómetro vertical y el domingo llega el tan señalado día. Me levanto bien temprano para reconocer el terreno, y después de tres cuartos de hora, veo que no lo reconozco y me vuelvo a la cama hasta la hora de la salida. En los prolegómenos de la carrera lo de siempre: suerte, que tal, hola, a ver hoy, toy un poco cansao, voy sobrao, va a hacer calor… Dan la salida con un volador que me coge desprevenido y del susto se me cae un diente, no pasa nada, así voy más rápido. Arranco comandando la cabeza de carrera con una fuerza descomunal, cierro los ojos y cuando los abro me veo solo, cómodo, sin agobios; así sigo hasta el km 3 y medio más o menos que un pastor me dice que voy mal, que no es por aquí. ¡Mierda! Toca retroceder y remontar como hacemos los campeones. Ya los veo a lo lejos, aprieto y a los pocos kilómetros ya estaba en cabeza otra vez con confianza y con Santi Obaya, dos grandes corredores sin duda.

Ya estaba en los últimos kilómetros de carrera cuando veo a lo lejos un grupo de corredores. ‘Ahora es la mía’, pienso. Les doy caza y cuando estoy a su altura les toco el hombro derecho y cuando se giran les adelanto por la izquierda. Sin duda son detalles de campeón. Hasta en su día Miguel Heras me mandaba parar porque le sacaba de punto.

Empiezan las primeras rampas duras y entonces comienzo con mi táctica de guerrilla, doy el hachazo y paso del puestu 37 al 126, con dos cojones, me vengo arriba, me vengo arriba, me vengo arriba y cuando llego a la cumbre del Fariñientu noto que necesito reponer fuerzas, entonces me como un bocata de chorizo, una lata de sardines, dos plátanos y una cerveza. Cuando acabo me vengo abajo porque empieza el descenso al Refugio del Meicín y ‘paso por allí como una insolación’, comienzan las últimas rampas de la carrera hacia las rubias y me quedo sin fuerzas, entonces rebusco por la riñonera y encuentro un gel de la marca Sanex, lo abro, lo chupo y noto un sabor un tanto extraño; lo aplaco con un poco de agua y aquí empezó lo más extraño a la vez que divertido de la carrera, no sé por qué, pero cada vez que respiraba me salían pompitas de jabón de la boca. Así pasé la siguiente media hora, corriendo a la vez que rompía las pompitas y sin darme cuenta estaba adelantando a cientos de corredores para entrar en un meritorio puesto 62 ante los miles de fans que tenía aguardando mi llegada como el que espera que le pongan la mampara en su casa. Resumiendo, no gano porque no quiero.