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Otra Barkley Marathon en blanco

La carrera más siniestra del mundo

Redacción Trail Run.

Otra Barkley Marathon en blanco
Otra Barkley Marathon en blanco

Ríos de tinta se han escrito sobre la Barkley Marathon, y así seguirá siendo. A buen seguro que estamos ante la prueba más compleja y extraña del planeta, convertida en obsesión y fetiche para muchos corredores. Se celebra anualmente en Tennessee y a lo largo de su historia (se creó en 1986) apenas un puñado de corredores ha logrado completarla. Los intentos superan el millar. El desafío es dar cinco vueltas a un bucle de 20 millas pasando por lugares estratégicos y valiéndose unicamente de un mapa y dos puntos de avituallamiento. Sin balizas, sin caminos marcados, sin voluntarios, sin nada. Cada corredor sigue su propio itinerario en un escenario salvaje formado por intransitables montañas abandonadas donde se esconden unos libros cuyas páginas deben ser arrancadas por los participantes para acreditar su paso en cada vuelta.

El inventor de semejante juego siniestro es Gary Cantrell, al que todos conocen como Lazarus, un tipo gordinflón y barbudo que elige cuidadosamente cada año a los 40 participantes que pueden optar a completar la Barkley Marathon. Solo él sabe qué criterios sigue para elegir a los afortunados entre las miles de propuestas que recibe en cada edición. El tipo, siempre con un pitillo entre los labios, da un toque de corneta para anunciar la salida de la carrera, una escena que ya se ha convertido en un emblema para los aficionados al trail running americano.

Así es Barkley Marathon, una prueba auténtica, genuina, que roza lo épico, lo perverso, con tintes de humor negro y mucho misticismo. Y así seguirá siendo, con lo difícil que es mantener ese secretismo en la era digital. Porque todo el mundo quiere saber lo que acontece cada mes de marzo en Frozen Head State Park.

Esta edición, celebrada el pasado fin de semana, se vuelve a marchar en blanco. Ningún finisher. De los 40 corredores que tomaron la salida, Gary Robbins fue quien llegó más lejos, y solo pudo completar tres vueltas, en menos de 40 horas. Era la cuarta vez que Robbins se enfrentaba a esta siniestra prueba, quedándose el pasado año a tan solo 6 segundos de completarla. En esta ocasión un error con uno de los libros le costaba un valioso tiempo de 30 minutos que fue decisivo. A ese tercer bucle llegó también el francés Guillaume Calmettes.

Barkley Marathon engrandece así su propia leyenda, al sumar en todas sus ediciones solamente 15 finishers. Esta edición más de 1.500 personas intentaron hacerse con uno de los 40 dorsales, un dato significativo que muestra el interés internacional en participar en esta disparatada prueba.