La vida me puso en el camino las carreras por montaña. En dado cuenta que nada ocurre por casualidad. Que la montaña, sin darme cuenta, me enseñó el camino del crecimiento personal y espiritual.
La vida es como las montañas, una montaña rusa, con subidas y bajadas.
Pero el camino consiste en seguir andando (avanzando), aunque haya momentos tan oscuros que parece que no se ve el sendero, siempre sale un rayo de sol que te alumbra y te lleva a la cima.
La montaña me brindó la oportunidad de conocerme, me enseñó la superación y la resiliencia, capacidad de lucha, a perseguir sueños y objetivos. Y a saber tolerar mi propia frustración y tener paciencia.
Me hizo ser y sentirme FUERTE.
La montaña me brindó la oportunidad de conocerme, me enseñó la superación y la resiliencia, capacidad de lucha, a perseguir sueños y objetivos. Y a saber tolerar mi propia frustración y tener paciencia.
La montaña me brindó la oportunidad de conocerme, me enseñó la superación y la resiliencia, capacidad de lucha, a perseguir sueños y objetivos. Y a saber tolerar mi propia frustración y tener paciencia.
Soy afortunada porque mi oficina es la naturaleza, donde encuentro momentos de paz y calma. Donde se ven mágicos amaneceres y atardeceres que puedes compartir o sentirlos en soledad y sentirte acompañada.
La montaña ha sido y es mi terapia y mi medicina.
Gracias vida por darme la oportunidad de sentir amor por lo que hago y por las personas que tengo a mi lado. Gracias trail running por enseñarme que alcanzar la cima es gratificante pero lo más importante es disfrutar del sendero que te llevará hasta ella. GRACIAS.