Ayer, tras diez horas y media de carrera saltaron todas las alarmas en la pista de atletismo de Måndalen. En ella Kilian Jornet se tumbaba en el tartán tras haber recorrido algo más de 134 kilómetros, era atendido por los médicos y trasladado en ambulancia al hospital para la realización de pruebas médicas.
Hace unas horas Kilian salía del hospital y aclaraba cual era la situación. “La carrera empezó bien, todo fue normal, con sus altos y sus bajos, pequeños dolores, pero todo según lo planeado. Hasta que después de diez horas sentí un dolor agudo opresivo en el pecho. Me mareé mucho y necesité asistencia médica. Me llevaron al hospital, donde me han estado haciendo pruebas. He pasado la noche en observación y parece que ahora todo está correcto, pero habrá que seguir haciendo pruebas”.
Kilian reconocía también que no es la primera vez que siente ese dolor: “Me paso lo mismo hace unos meses en una carrera mucho más corta y rápida, pero como desapareció el dolor no le dí mucha importancia. Seguramente me lo tendré que tomar más en serio”.
“Ahora me tomaré un descanso. Correr es impredecible, a veces incluso con una gran preparación pasan cosas, pero las carreras y las montañas seguirán estando ahí”, sentenciaba.
Un récord inalcanzable
La mayoría de récords establecidos por Yiannis Kouros se tornan inalcanzables. Esos 303,506 kilómetros logrados hace 23 años cogen más perspectiva tras ver los resultados obtenidos por el resto de corredores que siguieron con su participación en las 24 horas Moon Valley en las que finalmente se impuso Harald Bjerke con un total de 232,28 kilómetros, muy lejos de los 303 logrados por el mito griego. Segundo fue Jo Inge Norum con 219,45 kilómetros, Simen Holvik realizó 208,13 kilómetros, mientras que el mismísimo Didrik Hermansen sumaba un total de 174,80 kilómetros.
Por su parte Sebastian Conrad lograba finalizar la prueba con 161,20 kilómetros, consiguiendo batir el récord de Noruega de 12 horas tras aumular en ese tiempo casi 154 kilómetros.