Otra vez a vueltas con el tema del material obligatorio en las carreras de montaña y muy especialmente en las de ultra distancia. Terminábamos la temporada pasada hablando más de lo deseable y algunos, mucho más de lo que deberían, sobre este particular y según empezábamos 2014 ya teníamos servida la polémica. Fue en Transgrancanaria, y la que se pudo liar por un tema de idiomas, al final a lo mejor va a ser eso y es sólo un problema de que en este mundo babel del trail se hablan muchas lenguas y quizá también haya demasiados intereses... Pero nosotros no vamos a hacer más que trasladar la actualidad a cuatro personas que, desde sus diferentes puntos de vista, tienen mucho que decir al respecto.
Sergio Fernández: blogero y corredor de montaña
En un mundo ideal sólo tomaríamos la salida de una competición en buenas condiciones físicas, valoraríamos en tiempo real nuestro estado y entorno para tomar decisiones razonadas, el recorrido estaría perfectamente marcado incluso para las peores condiciones climatológicas y no habría accidentes. Llamémosle ficción trail. En realidad, y sin contar el boom del deporte que atrae a gente poco preparada y desconocedora del medio, nos ponemos más allá del límite razonable algunas veces, el instinto de supervivencia nos salva el pellejo en ocasiones y desaprensivos, vacas, niebla, noche o decisiones erróneas nos desvían del camino cierto. ¿por qué dejarlo todo en manos de futuribles, decisiones supuestamente meditadas y equipos de emergencia cuando parte de la solución está en nuestras manos?,¿por qué una organización tiene que confiar en nosotros cuando somos los primeros que “apagamos el cerebro” con un dorsal pinchado?, ¿por qué no aprender de otros órdenes donde se han analizado los accidentes de una forma profesional? Por ejemplo, de la automoción. La seguridad pasiva previene el accidente, como hace el ABS, que aplicado al trail podría ser llevar GPS aunque la carrera esté marcada. La seguridad activa minimiza los daños una vez se ha producido el accidente, como el airbag, para nosotros sería llevar una previsión de comida por si vamos más lentos de lo esperado. Pero están también la seguridad preventiva (formación vial o estudio del recorrido en nuestro caso) y la terciaria, no acrecentar el daño y facilitar el rescate, que en un coche serían, por ejemplo, puertas que no se encallen tras una colisión y que aplicado a correr por el monte podrían ser mantas de emergencia y móvil para poder dar la alarma. En esto podríamos resumir el fin del material obligatorio.
Un equipo de emergencia no está dimensionado para una carrera de mil personas, se necesitan de 6 a 8 rescatadores por accidentado y los helicópteros sólo vuelan en condiciones óptimas. Una organización tampoco debe ser responsable más allá de los accidentes, ni de “petadas” ni de minimalismos ni de frío a 2.000 m de altitud; y sin embargo, ‘de iure’ -legalmente-, lo es, es corresponsable de tu seguridad, a la par que contigo. Un material obligatorio es el mínimo razonable para unas condiciones normales cubriendo las incidencias lógicas en un medio hostil. El riesgo cero es imposible, es evidente, pero es que con 20 h de carrera ni tú ni yo somos razonables, normales o lógicos.
Mi último argumento es el que se basa en la ardua búsqueda en Google de “gente que haya muerto por llevar 400 g en la chepa”. Cero resultados. No es para tanto cargar con algo de material, no lo dejes todo al azar o a lo previsible, porque los accidentes ocurren cuando dos o más eventos adversos acaecen al mismo tiempo, y ninguno estamos a salvo de ellos. Ninguno.
Nerea Martínez: corredora internacional
El tema del material obligatorio en las carreras de larga distancia está planteando últimamente mucha controversia. Al preguntar a los corredores al respecto, nos encontramos con diferentes opiniones. Hay quienes piensan que deberíamos de ser lo suficientemente razonables como para que cada cual considerara el material que debería llevar consigo en función de las características de la carrera y sus necesidades personales. Pero dejar esto en manos de cada uno pienso que sería un grandísimo error. Ya incluso con lo exigentes que se han vuelto ciertas organizaciones con este particular nos encontramos con graves situaciones de hipotermia, deshidratación y demás, no quiero ni pensar lo que podría llegar a ocurrir si cada cual decidiera qué llevar o no consigo. Hay que tener muy claro que estamos corriendo en un medio natural que puede volverse agreste en cuestión de minutos y que la duración de estas carreras supone un desgaste físico tal que muchas veces puede dejarnos fuera de combate; no contar con el material necesario puede hacer peligrar incluso nuestras vidas. Es por ello una cuestión de concienciar a los deportistas de la necesidad de estas medidas.
También es cierto que desde las organizaciones habría que ser coherentes con el terreno, el clima, las distancias y características particulares de cada carrera. No es lo mismo correr en Alpes con pasos a más de 2.000 m a finales de agosto que correr en Castellón en pleno mayo. Creo que las necesidades en cuanto a material obligatorio no son las mismas. Teniendo esto bien presente, pienso que con una normativa clara y definida, que no diera pie a interpretaciones ambiguas por parte de los corredores “trampeando con cierto material”, se evitarían muchas de las discusiones que se están planteando en algunas de las carreras. Si las normas no dejan lugar a dudas, habrán de aplicarse a todos por igual y es tan sencillo como ajustarse a ellas al pie de la letra, sea quien sea el infractor y aplicar por parte de jueces y/o organizadores la sanción que corresponda, previamente explicitada en la normativa. Si las normas son rotundas, no hay lugar a la discusión
Raúl G. Castán: juez árbitro de la FEDME y corredor internacional
Los distintos matices que concurren en la cuestión del material obligatorio hacen que formarse una opinión definitiva sea complicado. Desde el punto de vista de un juez-arbitro de carreras por montaña el asunto parece sencillo: si la norma dice blanco, blanco; si dice negro, negro. Pero como sucede en la vida cotidiana, lo blanco a veces no es tán blanco, ni lo negro tan oscuro. Siempre están los grises por ahí danzando, para ponerle un poco de mordiente al asunto y además, por encima de las normas, de todas las normas, está o debería estar- la norma del sentido común.
Antes todo era más sencillo. Lo más que te pedían en competición era un cortavientos. Ahora, con la proliferación cual setas de las carreras de ultradistancia aquella precaución se ha quedado manifiestamente obsoleta. El largo tiempo a que se ven expuestos los participantes de este tipo de carreras, hacen necesario, casi imprescindible, llevar encima una serie de elementos que les protejan de las cambiantes circunstancias climatológicas propias de la montaña, así como del agotamiento y el riesgo que supone estar varias horas en la naturaleza sin apenas apoyo externo. Ello provoca ciertos choques de intereses. Por un lado están las organizaciones, que buscan minimizar todo posible riesgo que les pueda acarrear algún problema legal y los jueces, que cumplen o intentan cumplir con su cometido como tales. Del otro lado los corredores, con esa obsesión por el peso que nos caracteriza, a veces de modo excesivo, y las marcas, que compiten, como en la Fórmula 1, por sacar productos cada vez más ligeros e innovadores. Todos tienen, todos tenemos, nuestro punto de vista al respecto. Es evidente que hay corredores que necesitan menos que otros de estos complementos destinados a paliar los rigores del clima y el agotamiento, pero ante la imposibilidad de discernir sin riesgo para la salud de cada cual quien necesita llevar menos cosas y quien más, es inevitable que la norma sea la misma para todos: desde el primero hasta el último, nunca mejor dicho. Cada tipo de carrera conlleva unas condiciones específicas de participación, cada especialidad tiene sus reglas de juego y la de las ultras, o una de ellas es la del material obligatorio. Por lo tanto, en mi opinión, la única disyuntiva que debería plantearse ante esta cuestión sería la de jugar siguiendo las reglas del juego, o, simplemente, no jugar.
Ainhoa Txurruka: directora de Zegama-Aizkorri
Lo primero que tengo que decir es que mi opinión acerca de la imposición de material obligatorio para los corredores de montaña, especialmente para los de ultras, ha sufrido un cambio radical. Tengo que declarar que soy una conversa. Yo siempre había creído, que tantas exigencias eran desmedidas en la mayoría de los casos. Era de las que pensaba que los corredores que participaban en ciertas carreras, eran conscientes, con lo cual consecuentes, con y a lo que se enfrentaban, decidiendo en cada caso lo más adecuado, según la climatología, el recorrido, etc. Primer error. Mi carácter y personalidad anti imposiciones, me llevaban a pensar que “obligar” a algo, a un corredor-montañero no era lo más apropiado. Segundo error.
Ahora tengo muy claro que hay que obligar, revisar, asegurarse de que se cumple el reglamento y sancionar cuando no es así. Los motivos de mi cambio de parecer son varios, aunque tengo que admitir que el haber vivido en primera persona la “trágica” edición de Cavalls del Vent 2012 ha radicalizado mi opinión, y no precisamente porque Teresa no llevara el material adecuado, sino porque aquel día me hizo ver que muchos corredores participan en ultras sin tener ni idea a lo que se enfrentan, sin haber tenido apenas contacto con la montaña. Además la mayoría de nosotros no conocemos cómo puede reaccionar nuestro cuerpo humano en una situación, que un día, pueda que no se le haga dura, pero otro puede traer graves consecuencias, sin ni tan siquiera ser conscientes de lo que nos está ocurriendo. Este deporte está viviendo un boom, está de moda correr, cuantos más kilómetros mejor, cuanto más desnivel mejor y cuanto más dura sea la prueba mucho mejor. Es muy difícil controlar que todos los corredores que participen en las carreras sean consecuentes con la situación. Es cierto que cada uno deberíamos ser responsables de nuestros actos, y creo además en el fondo, que así lo es, pero también creo que las organizaciones tenemos cierta responsabilidad, tanto en prevenir los accidentes, como en intentar disminuir las consecuencias de los mismos. Para ello debemos ser muy estrictos con el material obligatorio a llevar, pasando controles exhaustivos en salida, puntos intermedios y llegadas, pero sobre todo a la hora de sancionar a los que no cumplen con lo que obliga el reglamento, ya que es la única forma de dar la seriedad necesaria que requiere el asunto y que la gente se conciencie de que no se trata de un capricho de la organización. No olvidemos que, como dicen algunos, la montaña te puede dar todo, pero también te lo puede quitar.
Material obligatorio UTMB:
• Teléfono móvil con opción Roaming activa. Grabar el numero de emergencias de la organización en los contactos. No ocultar el numero. Mantener el telefono encendido y cargar la bateria
• Vaso de al menos 15 cl
• Contenedor para reserva de agua de 1 litro mínimo
• Dos linternas en buen estado de funcionamiento con pilas de recambio para cada una.
• Manta de supervivencia de 1,40 x2m mínimo
• Silbato
• Venda elástica adhesiva que permite hacer una cura o un taping
• Reserva alimentaria
• Chaqueta con capucha fabricada con una membrana (Gore-Tex o similar) que sea impermeable y transpirable
• Pantalones o mallas largas
• Segunda capa térmica adicional
• Gorra o bandana
• Gorro
• Guantes calientes e impermeables
• Sobre-pantalón impermeable