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A PRUEBA | Mochila Camelbak Octane 18L

La mochila cumplió con creces mis expectativas durante las seis etapas de la Everest Trail Race

Depa

3 minutos

MOCHILA DE HIDRATACIÓN OCTANE™ 18L web

A nadie se le ocurriría estrenar nada de material en una maratón, ni siquiera una gorra o la cinta del pelo, todo tiene que estar probado y bien probado, testado en cualquier condición y circunstancia con la que podamos enfrentarnos el día de D a la hora H. Quien dice una maratón, dice con más motivo una ultra o, ya no os quiero ni contar, una prueba por etapas en la que desde el día 1 y el kilómetro 0 vas a tener que utilizar en las próximas seis jornadas, exactamente el mismo material. Un error aquí supondría una cagada (perdón) elevada a la enésima potencia. A nadie se le ocurriría… A menos que no hubiera otra opción…

Bueno, voy a hacer un spoiler y os diré para empezar que esta es la historia de una prueba de material con final feliz aunque también podría haber sido un desastre si aquella mochila Camelbak que no había visto más que en fotos y que me entregaron en el aeropuerto de Barcelona, minutos antes de embarcar en dirección Katmandú para correr la Everest Trail Race, no respondiera por encima de todas las expectativas creadas, esperadas y necesarias.

Everest Trail Race es una carrera por etapas en semiautosuficiencia que se desarrolla en el Himalaya a lo largo de 6 días y que suma 170 kilómetros y unos 11.000 metros de desnivel positivo. Una de las peculiaridades de la carrera es que los participantes deben cargar con todo su equipo (excepto comida y tienda de campaña) día tras día y etapa tras etapa. El equipaje viene a suponer unos 5 o 6 kilos que debe ir kilómetro a kilómetro adherido a tu espalda. Y ese iba a ser mi plan en los próximos días y para eso confié en este modelo Octane de Camelbak.

©ETR 2022 by iancorless.com

 

Ya os he adelantado que la mochila cumplió con creces mis expectativas. En esa capacidad teórica de 18 litros pude dar cabida a todo lo necesario para la aventura: saco de dormir, plumas, membrana impermeable, pantalón chubasquero, mallas largas, dos pares de calcetines, gorro, guantes, gafas, gorra, dos buffs, ropa interior, botiquín, recipientes para 1 litro de líquido, ropa de competición, camiseta térmica primera capa, segunda capa, frontal, toalla… Y algo más que se me puede olvidar.

El hecho de meter todo ese material en un espacio tan reducido tampoco tiene tanto mérito, es cuestión de organización y de apretar fuerte. El verdadero mérito es todo de la mochila y de la construcción de la misma, de sus materiales, de sus cremalleras, de su diseño, de su ergonomía y sus anclajes. Esto es lo que hace que la mochila no se mueva, que los tirantes no te destrocen los hombros, que la presión sea la justa para que te acompañe firmemente adherida a tu espalda sin agobiarte y sin impedir los libres movimientos o la respiración, algo que a más de 3.000 metros es muy de agradecer.

El modelo, como todas las de la marca, viene con el depósito típico de líquido con tubo para beber y que va en un compartimento plano e independiente pegado a la espalda. Prescindí de la bolsa y utilicé dos soft flash de 500ml que alojé de forma satisfactoria en los bolsillos situados en los tirantes de la mochila y pensados a tal efecto. Los “biberones” no se movían en ninguna condición, ni completamente llenos se salían del compartimento, ni medio vacíos se escurrían hacia la parte baja del mismo. En el tirante izquierdo hay un hueco estanco con cremallera en el que alojé el móvil, cabía perfectamente, compartiendo ese tirante con el correspondiente medio litro de agua y las barritas y geles dispuestos para la etapa. En el tirante derecho también hay hueco para más geles o barritas, son espacios de muy fácil y rápido acceso, móvil siempre preparado para inmortalizar esos momentos, esas imágenes que nos brindaba el recorrido en torno a las montañas más bellas del Planeta. El interior de la mochila no tiene muchos secretos, dos pequeños bolsillos en la parte superior y el resto, espacio diáfano para poder alojar bien todo el equipo, lo más pesado en la parte baja. En el exterior hay un bolsillo de red de gran capacidad en el que cada día metía la membrana, los guantes o el gorro que era lo último que me quitaba ya cuando el cuerpo había entrado en calor y a lo que podía recurrir en cualquier momento de la etapa si fuera necesario, de manera rápida.

ETR Etapa 1

La sujeción frontal va con dos tiras de fácil tensado para abrir y cerrar en función del terreno, subiendo me las dejaba un poco más sueltas y bajando las tensaba a tope. El cierre es el típico y característico macho-hembra de cualquier mochila o bolsa, a mí me gusta más que otros inventos más minimalistas pero que requieren un manejo digital más fino y que a veces con el frío cuesta más acertar. En la parte trasera también tiene dos gomas que nos pueden ayudar a sujetar más material y que también van a servir para compactar todo el bulto.

En definitiva, yo siempre he dicho que una buena mochila de carrera tiene que ser como un buen árbitro, tiene que pasar desapercibida y esta en concreto no ha podido ser más discreta y eso que no se lo hemos puesto nada fácil.