El drop se conoce como la mayor diferencia de altura de la parte posterior del pie respecto de la parte anterior o digito-metatarsal. Un drop alto y habitual (12 mm), suele ofrecer mayor amortiguación a la parte posterior del pie (siendo dependiente del material usado por fabricante), y además un apoyo de talón más temprano al realizar un contacto talón-suelo prematuro con la misma flexión dorsal de tobillo. Por el contrario un drop bajo (4-0 mm) suele ofrecer menor amortiguación y un contacto de retropié posterior y un incremento muy grande de la propiocepción. La utilidad de uno u otro depende de diversos factores, como puede ser la biomecánica del paciente, la técnica de carrera, estado muscular (musculatura posterior de pierna y muslo), el peso, tiradas largas o cortas, etc. Un drop alto puede beneficiar a personas que se quieren iniciar en el deporte de correr, o personas con patología de cadena posterior o una gran exigencia de amortiguación, bien por peso o talalgias, mientras que el drop bajo conviene a corredores con experiencia y buena técnica de carrera. En montaña nos decantaríamos por un drop medio con suficiente capacidad de amortiguación debido al terreno, y a su vez con una buena capacidad propioceptiva y de control, siempre teniendo en cuenta los factores antes citados.