Cultura Trail

La transhumancia, el trail running de nuestros ancestros

No llevan GPS. Les guía el conocimiento ancestral y el vagar por las cañadas reales durante años

ROBERTO PALOMAR. ILUSTRACIÓN: CÉSAR LLAGUNO.

3 minutos

La transhumancia, el trail running de nuestros ancestros

Una parte de la Cañada Real de los Serranos, en la provincia de Cuenca, es uno de mis correderos favoritos en cualquier época del año.

Una pista ancha, arenosa pero bien pisada, entre pinos, y con sus inconfundibles hitos que la marcan como vía pecuaria. Me lleva, en una carrera cómoda de unos diez kilómetros, hasta El Tranche, una zona de recreo fluvial, y luego puedo volver, en doce kilómetros, por el camino natural del Júcar, hasta completar el bucle. Una delicia.

Pese a su denominación de cañada real, en estos años de correrías, jamás había visto animal alguno que le diera uso. Pero hace unos días, la casualidad me llevó a un encuentro fascinante. Ya de anochecida, paseando por las calles solitarias del pueblo, desde un desvencijado vehículo, me preguntaron por un paraje cercano.

Era una señora mayor y, por alertarla, le advertí: "Pero señora, allá donde va, a estas horas, no hay nada. Solo oscuridad. Solo es un pinar y una explanada, el antiguo campo de fútbol". "Allá voy", me dijo. "Ahí están acampados los pastores de la transhumancia. Voy a su encuentro. Les llevo un guiso de conejo".

El efecto de su respuesta desató en mí una curiosidad apabullante. Lejos de tirar para casa, seguí la última calle del pueblo en dirección al pinar. Me la jugué por el arcén de la carretera en medio de una oscuridad absoluta pero enseguida vi las luces de los frontales. Ahí estaban el campamento y los pastores, alrededor del fuego, cenando. Me presenté, la señora me reconoció y entré de lleno en un mundo de trailrunners que jamás hubiera imaginado.

Esta gente cubre, en otoño, los 400 kilómetros que separan Guadalaviar, provincia de Teruel, de La Carolina, en Jaén. Guían miles de ovejas y cientos de vacas. Algunos, a caballo, otros, los más, a pie. Cruzan montes, ríos, carreteras, poblaciones, se abastecen como en cualquier carrera de autosuficiencia, montan sus tiendas por la noche, cercan el ganado, ayudados por treinta perros, y al día siguiente, a "correr" otra vez.

Tardan unos 25 días. No son las tres o cuatro jornadas que pudiera echarle cualquier trailrunner de nivel pero es que nadie hace la Transalpine guiando cabezas de ganado. Al final de la primavera, repiten el recorrido a la inversa.

Las historias que me contaron al fuego me parecieron fascinantes: su conocimiento del medio, de la naturaleza, del ámbito, de cómo encontrar agua o refugio, o cómo aguantar las condiciones meteorológicas para no sufrir retrasos...

No llevan GPS. Les guía el conocimiento ancestral y el vagar por las cañadas reales durante años. Son tan precisos en el track que uno de ellos perdió la cartera, con dinero y documentación, en noviembre, y la encontró, intacta, cuando hizo el camino de vuelta, en junio. "Solo tenía un poco de moho, de la humedad".

Tras la cena, quedé con los pastores para acompañarles un tramo al día siguiente, en "mi" cañada real que, ciertamente, es más suya que de nadie. A mí me la prestan en vacaciones.

A la luz del día vi que los jóvenes iban vestidos como cualquier trailrunner en invierno, buena bota, mucho goretex y bien de capas.

Los veteranos, a la antigua usanza: sombrero de ala, cuero y lana.

Teniendo en cuenta las circunstancias, nadie corrió. No se trataba de eso. Pero pasaron por El Tranche a buen ritmo y con orden. Echaron el taco para comer y les dejé enfilados hacia el collado de Embid. Pronto cambiarían de provincia aunque la cañada todavía les llevará por Ciudad Real, Campo de Montiel y les guiará para cruzar Sierra Morena hasta Jaén.

Cuando les vi alejarse pensé que el trail running existió siempre. A otra velocidad, con otros propósitos. Pero siempre hubo alguien cruzando el mapa. Hemos quedado para junio. Calculan que para la noche del 23, podríamos coincidir en el mismo sitio. Saldré a su encuentro. Estarán ahí, en la cañada. Seguro..

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