Cultura Trail

Miedo al fracaso

Nadie quiere vivir con la idea de fallarse a sí mismo

Patricia Ramírez.

1 minuto

Miedo al fracaso ©José Miguel Muñoz Egea UTMB® 2019

Una carrera de montaña pasa por un propósito firme, reflexivo y motivante. No es “hala, mañana empiezo a correr”, sino que es fruto de un deseo interno, una promesa o un reto personal. Este tipo de objetivos generan un compromiso enorme con quien los elige. El problema de fallar en la carrera no es lo que otros pueden decirte. El problema es la sensación de fallarte a ti, a tu palabra y a tu meta. El corredor tiene la sensación de que no acabarla, a pesar de estar sufriendo o de lesionarse, sería tirar por la borda todo el tiempo y sufrimiento invertidos durante los meses de entrenamiento. Nadie quiere convivir con la idea de fallarse a sí mismo.

Esta idea lleva implícita una bajada de la autoestima: “¿has visto, no eres capaz?” Cuando decides y comunicas a tu entorno y familia que vas a competir en una prueba de 100 km, pocos son los que no te llaman loco. Se ve una proeza de tal calibre que para el resto de personas es inalcanzable. Y como ellos no se ven capaces, piensan que tú tampoco lo serás. Los corredores piensan que abandonar la prueba es dar la razón a quien te dijo que no podías  y que eso de alguna forma te etiqueta como poco capaz, poco preparado, haber sobreestimado tus recursos y no estar a la altura (entre otras cosas).

Y por último, no acabar la prueba para ellos es sinónimo de fracaso. El objetivo  era correr una carrera de 100 km, no de 75 u 89, eran 100. Todo o nada. Esta idea es fruto de unas expectativas equivocadas, basadas en el resultado y no en el rendimiento. Las personas debemos prepararnos para dar lo mejor que tenemos, con toda nuestra buena voluntad y con todo lo trabajado. Alcanzar el objetivo es un premio maravilloso, pero no es el único. Tenemos que fomentar la satisfacción por entrenar, por ser coherente con valores como la disciplina, los hábitos de vida saludables, tener un orden en la vida, saber priorizar, no solo vale llegar a la meta. Y lo más importante, el disfrute. Si no llegar supone una insatisfacción tan grande como para priorizar la lesión por encima de tu salud, no estás disfrutando del camino.

Cuidado con las exigencias en tus aficiones. Si te pasas de rosca un día dejarán de ser meras aficiones.