Si hay algo que nos gusta a niños y niñas es jugar a pillar. Primero, cuando somos muy pequeños, lo hacemos porque correr nos hace sentir fuertes y rápidos. Luego porque queremos demostrar que somos más veloces que nuestros amigos o amigas; en la pubertad, por querer pillar a la chica o chico que nos gusta y, de mayores, para sentirnos bien y conocer lugares espectaculares.
Este fin de semana, en el corazón de Asturias, se ha celebrado el Desafío Somiedo. La organización dispuso para los y las que allí nos dimos cita, cuarenta y cinco kilómetros del mejor parque de juegos del norte de España. Según íbamos llegando, ya veíamos que la temperatura era la perfecta para el disfrute total, que la zona de juegos estaba en perfectas condiciones y que las normas del juego estaban milimetradas.
Solo quedaba empezar a jugar y eso sucedió a las nueve de la mañana. Había caras de felicidad, nervios y ansia por ver quién pillaba a quien. Hombres y mujeres, desconocidos hasta unos minutos antes, se cruzaban miradas para intentar descubrir si esa persona que tenían al lado sería la persona a la que pillarían o sería un objetivo imposible.
¿A quién no le hubiera gustado ser superhéroe o superheroína? Teníamos la oportunidad de jugar con y contra verdaderos héroes y heroínas, un lujo para los humanos. Estar en el mismo parque de juegos que los campeones y campeonas del mundo de tu juego favorito, es algo impagable.
Las primeras carreras nos llevaron por las empinadas calles de Pola de Somiedo. Parece mentira que un juego no digital, como es el pillapilla, pueda despertar tanta pasión entre quienes no participan. Las calles estaban repletas de gente aplaudiendo, y eso daba ánimos para que no te pillaran y pudieses pillar. Pasaban los kilómetros y se iban formando grupos por niveles, naturaleza propia de un juego físico.
Y claro, así, el juego es mucho más divertido. Por delante iban Pablo Villa, Zaid, Roberto Heras, Ivan Camps y Nicolás Martin pillándose unos a otros. Las distancias eran mínimas y todo querían no ser pillados.
Sandra Sevillano, Zuriñe Frutos y Celine Gallardo jugaban y disfrutaban sobre la alfombra verde que la organización había dispuesto. Era muy divertido ese pillapilla a velocidades tan supersónicas.
Cuando eras pequeño te conformabas con jugar en la plaza pero, cuando crecías, querías obstáculos para esconderte o saltarlos y que tu adversario no lo pudiera hacer. Pues eso hicieron los de Desafío Somiedo y pusieron el Cornón para diversión de chicos y chicas.
No solo subir consigue que el juego sea más divertido. Bajar desde La Peral a Brañaviecha o bien hacia Valle de Lago, son momentos en los que los y las que más fuerza tienen, destacan sobre sus rivales. En este juego se gana subiendo y se pierde bajando, o ese fue mi caso. Fui pillado por todos y todas aquellas a las que pillé subiendo. Pero una vez que el juego acaba, lo que importa no es cuantas veces has pillado o te han pillado, sino que has jugado y lo has hecho en el parque natural de Somiedo. Y sino que se lo digan a Pablo Banciella o a Catalina Yañez.