No es difícil pillar de viaje a Mónica Aguilera. Hablamos con ella tras su regreso de Portugal, donde ha sido campeona del mundo de veteranos en la modalidad de Bicicleta de Montaña de Orientación. A sus 41 años todavía se sorprende de que pueda ganar carreras, pero en realidad, nunca ha dejado de hacerlo. A pie o sobre dos ruedas, siempre ha cosechado títulos. Esta es la historia de la primera chica Salomon de nuestro país.
Por Daniel Sanabria
Apenas acababa de salir de la adolescencia cuando ya montaba en bicicleta de montaña y hacía sus carreras de orientación junto a un grupo de deportistas en el que era la única mujer. Corría el año 97 y poca gente salía de casa para subir a la montaña a eso. Los raids de aventura eran como juegos infantiles en los que había que andar, ubicarse, hacer remo o ciclismo. Mónica hacía de todo, y lo hacía bien. Tanto que empezó a tomárselo muy en serio y a competir en el extranjero. “Podríamos decir que para los tiempos que corrían era un bicho raro, pero en realidad todos lo éramos, tanto hombres como mujeres”, nos dice. Habla una chica que lleva el deporte en las venas y no concibe vivir sin esa adrenalina. Polivalente, valiente y ambiciosa, Mónica ha sido un referente para muchas deportistas españolas. Fue pionera en muchas cosas, entre ellas, correr por la montaña con un dorsal colgado de la camiseta. La catalana fecha en el año 2006 su debut en una prueba de trail running. Fue la Subida al Ocejón en Guadalajara, a la que acudió instigada por su amigo Aurelio, una media maratón que muy poco se parecía a lo que estaba a punto de vivir tan solo un año después.
A sus 41 años Mónica echa la vista atrás satisfecha y recuerda sus primeras salidas por Collserola. Entrenaba por aquellos caminos sin apenas cruzarse con otras chicas, un escenario que contrasta con el de la actualidad, donde hay mujeres en zapatillas por cada sendero. No es lo único que ha cambiado desde que era una veinteañera. Revisando algunas de sus fotografías podemos ver a una Mónica ataviada con ropas anchas que poco se parecen a las ceñidas ropas de compresión de la actualidad. Todavía recuerda la primera vez que tuvo en sus pies una zapatilla para correr por montaña, o algo parecido. “Hablamos con Salomon y conseguimos un prototipo de zapatilla que estaban investigando. No era calzado específico para correr, era todavía una especie de bota, pero ya se acercaba más a lo que luego fue una zapatilla de trail. Nos quedamos alucinados con aquel producto y nos sentíamos unos privilegiados. Incluso empezamos a ir corriendo en los raids de aventura. Hasta entonces íbamos andando”, asegura la veterana.
2007 y el Ultra Trail del Mont Blanc
La Mónica Aguilera que ocupó cientos de páginas en la prensa especializada posiblemente nació en el 2007. Aquel año participó en el Ultra Trail del Mont Blanc, por entonces no tan emblemático como ahora, aunque sí conocido en toda Europa. De hecho, era la única gran prueba de ultradistancia de alto nivel, y el primer desafío en solitario de Mónica tras una década acostumbrada a competir en equipo. “Era un reto personal contra la montaña, sin ningún apoyo externo. Yo tenía que gestionarme la comida, el material, los kilómetros, todo. En realidad no sabía muy bien donde me estaba metiendo”, confiesa. Mónica fue al Mont Blanc a ciegas, sin recibir consejos de nadie. No había a quien pedírselos. En aquellos años no existía información sobre cómo afrontar un ultra o gestionarse la alimentación en una carrera de ese calibre.
Pero la atleta catalana no se amilanó ante el gigante francés de 4.000 metros. Fue segunda, aunque en su cabeza solo tenía la idea de llegar a meta dignamente. “Quería acabarla bien y sin hacer el ridículo porque me habían encargado hacer un artículo. Ni mucho menos iba con la idea de competir. Pensaba que estar entre las diez primeras mujeres ya sería un éxito absoluto, pero el caso es que en carrera me encontré bien y fui remontando puestos. Me dijeron que iba sexta, después quinta, luego cuarta y tercera. Levanté la cabeza y vi delante a la segunda clasificada, y me entró el pánico. Dentro de mí pensaba que cómo era posible que fuera a adelantar a la segunda mujer, que el día anterior había estado en la rueda de prensa como una de las favoritas y yo al otro lado cogiendo apuntes. Pero lo hice y llegué segunda a meta”, relata Mónica como si todavía siguiera sorprendida ocho años después.
Aquella edición del Ultra Trail del Mont Blanc la ganó Lizzy Hawker. Solo la americana del equipo The North Face fue más rápida que ella. Su segunda posición apenas tuvo repercusión en la prensa española, ni siquiera en la cabeza de Mónica. “En aquel momento no era muy consciente de lo que suponía un podio en el Mont Blanc y no valoré lo que significaba”, comenta.
El UTMB que ella conoció es muy diferente al que conocemos hoy en día. Antes correr 100 millas era un auténtico ejercicio de autogestión de las fuerzas y el peso, y tomar decisiones en vivo en cada momento. Ahora todo está mucho más planificado y medido. Hay entrenadores de montaña, mucha información útil, y asistencia en carrera en distintos puntos. “Tener una zona donde poder cambiar la mochila, los calcetines o poner a personal de tu equipo para que te dé comida es un lujo con el que yo no conté”, puntualiza.
Un referente para las mujeres deportistas
Aquella medalla de plata en Chamonix fue el inicio de una exitosa trayectoria como corredora de montaña. En nuestro país empezó a contar por victorias cada una de sus participaciones en carreras. Ganó el Maratón del Espadán en varias ocasiones, el Maratón Alpino Madrileño, la Galarleiz, la Transgrancanaria, el Trail del Aneto, el Maratón de Jarapalos o el Meridiano en la isla de El Hierro. Y se convirtió en la primera chica Salomon, con su uniforme rojo y blanco que le acompañaba a todas partes.
Si hay una carrera que la catalana no olvidará nunca fue el Marathon des Sables del año 2010. Con un enorme bagaje de victorias y experiencia, se plantó en el desierto de Marruecos dispuesta a darlo todo. Y lo hizo. Sufrió como pocas veces lo había hecho pero a cambio logró el triunfo. “Aquella victoria en Sables fue una recompensa a toda una vida dedicada al deporte. Siempre la recordaré”, confiesa Mónica.
En aquellos inicios de década el trail running comenzaba a tener sus primeros brotes en la geografía española. Cada vez era más frecuente ver a los deportistas subiendo a las cumbres en pantalón corto y con zapatillas de correr. Y aunque su carácter humilde no le deja admitirlo, Mónica sabe que fue un ejemplo para muchas mujeres que no se atrevían a dar el paso, quizá por vergüenza o falta de confianza. Ella fue la primera gran referencia para las corredoras de montaña, la que abrió el camino de muchas chicas que se lanzaron al mundo de las alturas y los desniveles. Aún hoy se sorprende cuando se le acercan y le comentan que tienen su libro sobre raids de aventura. “¡Eso ya debe estar caducadísimo, jajajaja!”, comenta entre carcajadas. “La verdad es que sí hace ilusión que la gente te reconozca la trayectoria deportiva”.
Deportista y organizadora
A día de hoy Mónica está más unida a la bicicleta que a las zapatillas. Hace tiempo que no se la ve correr por la montaña, y con máxima sinceridad nos confiesa que ahora mismo es una idea que descarta totalmente. Prefiere las dos ruedas. Tiene sus amigos ahí y le permite seguir compitiendo al más alto nivel, aunque por su trayectoria profesional siempre tiene puesto un ojo en lo que ocurre en el mundo del trail, deporte del que habla con cierta melancolía: “Cuando hay una masificación de algo, se pierde el romanticismo. Ha ocurrido con la montaña y con otras muchas cosas. Es una opinión mía, que he vivido esto desde el principio. Pero es normal que ahora mismo esté entrando dinero y las marcas quieran visibilidad”, comenta.
Cuando Mónica no está entrenando ni de viaje, posiblemente esté trabajando. Y es que la catalana no solo compite, también organiza. Obra suya es el Ultra Trail Collserola que se celebra en Barcelona a través de aquellos caminos por los que corría hace una década.Ahora ella no corre, trabaja para que lo hagan otros. “Preparar un evento así es una locura, tengo curro para todo el año”, comenta entre sonrisas la atleta de Salomon.