Para correr en la montaña es necesario contar con las mejores aliadas en nuestros pies, unas zapatillas que nos garanticen una actividad segura, nos ayuden a evitar lesiones y nos permita afrontar los terrenos que encontremos en nuestro camino. Aunque hay una gran variedad de zapatillas de montaña en el mercado debido al crecimiento de nuestro deporte y a las numerosas marcas que se dedican a su comercialización, debemos tener en cuenta una serie de cualidades básicas que debe poseer nuestro calzado.
▪ Amortiguación. Es sin duda la cualidad más importante de todo calzado para correr, ya sean en el asfalto o en la montaña. Su función es que el impacto en cada zancada se absorba de la manera más eficiente perjudicando lo menos posible a nuestras articulaciones. La amortiguación viene marcada por la cantidad de materiales que hay en la media suela, donde se suelen combinar varias espumas y otros materiales para lograr un almohadillado que garantice la comodidad y suavidad del pie al apoyar.
▪ Tracción. Esta es una de las grandes diferencias respecto al calzado para asfalto. En la montaña las complicaciones y variedad del terreno nos obliga a disponer de una suela todoterreno capaz de asegurar un buen apoyo, bien nos movamos en senderos, superficies más técnicas con piedras y raíces, o zonas de rocas. Fíjate que el taqueado de la zapatilla sea lo suficientemente agresivo para afrontar tus lugares habituales de entrenamiento.
▪ Estabilidad. Esta cualidad está directamente relacionada con el agarre, ya que un buen agarre nos permitirá una carrera más estable. El empaque y robustez de una zapatilla nos ayudará a lograr esa estabilidad necesaria en la montaña, especialmente en terrenos técnicos y descensos, donde el apoyo dura menos tiempo y aumenta la facilidad para dar un ‘mal paso’.
▪ Durabilidad. Una zapatilla de montaña debe lograr un equilibrio no siempre fácil de encontrar: ser dura para resistir un terreno abrupto como la montaña a la par que ser cómoda para el corredor. La durabilidad permitirá que la vida útil de nuestro calzado sea más larga y el desgaste de la suela y la malla más lento. Es importante que tenga refuerzos en zonas como la puntera o el talón, e incluso en todo el perímetro de la zapatilla.
▪ Flexibilidad. Hablamos de la capacidad de la propia zapatilla para moldearse cuando la situación se lo requiere. En la montaña estamos constantemente pisando piedras y apoyando de mil maneras distintas según el terreno que encontremos en nuestro camino, y por ello la zapatilla requiere de ese plus de flexibilidad que nos permita mover el pie dentro de ella con la máxima naturalidad sin impedirle el giro o movimiento. Algunos modelos presentan algo más de rigidez por la placa anti rocas de la suela.