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Entrevista a Andrés Lledó, segundo en la Jungle Marathon

Corriendo entre caimanes, serpientes y jaguares

Daniel Sanabria

Entrevista a Andrés Lledó, segundo en la Jungle Marathon
Entrevista a Andrés Lledó, segundo en la Jungle Marathon

Recurrir a la pasta de dientes para engañar al estómago y poder acabar la etapa larga de la Jungle Marathon es una anécdota que Andrés Lledó contará cuando le pregunten por esta aventura. Hablamos de una prueba en la selva amazónica de Brasil de 250 kilómetros en 6 etapas en régimen de autosuficiencia, desafiando un escenario hostil plagado de peligros. Charlamos con Andrés cuando todavía se está curando las dolorosas ampollas con las que regresó a España. También se trajo una experiencia única e irrepetible, literalmente: “es una carrera para no volver”.

Después de 250 kilómetros y seis días de selva, entras segundo a la meta. ¿Te queda la espinita de no haber ganado?

Mi idea cuando me inscribí a la Jungle Marathon no era ganar, pero una vez que estás ahí adelante sí que lo piensas. Me ganó un corredor alemán por 20 minutos, pero yo a partir del tercer día ya pensaba más en conservar mi segundo puesto que en adelantar al primero. Y él también: en una entrevista que le hicieron dijo que su estrategia era “si el corredor español anda, yo ando; si el corredor español corre, yo corro”. Así que hicimos un pacto y decidimos correr juntos, no atacarnos y seguir a la vez aunque alguno de los dos desfalleciera por falta de energía.

La prueba es en autosuficiencia, cargando con todo tu equipo, ¿cierto?

Sí, tienes que llevarlo todo, la comida, la ropa y todo lo que puedas necesitar, pero además en la Jungle Marathon también tienes que llevar la hamaca, que es donde dormíamos. Cada día la etapa acababa en un campamento, había que elegir un par de árboles y colgabas tu hamaca que además debía llevar mosquitera. El peso de la mochila fue determinante para que algunos corredores abandonaran. Unos 15 participantes no pudieron acabar la carrera, incluso el primer día ya hubo unos cuantos abandonos.

Dicen que la Jungle Marathon es la carrera más peligrosa del mundo. ¿Das fe de ello?

Sí, por supuesto. Allí hay un eslogan que dicen que en esta carrera hay tres tipos de bichos: los que te quieren picar, los que te quieren morder y los que te quieren comer. Y la verdad es que estaban todos. A los dos primeros sí que los veías, eran mosquitos, avispas gigantes, tarántulas, serpientes, los monos –que se volvían locos cuando pasabas– y después está el tercer grupo, con las anacondas, las pirañas y los jaguares.

¿Y qué se siente al correr con animales que quieren que seas su cena?

Yo por ejemplo anacondas no vi, pero otros participantes sí. Cuando vadeabas algún río notabas que te tocaban cosas por debajo, pero no sabía exactamente qué era. A los caimanes sí que los vi, sobre todo por la noche, cuando vas por medio de la selva con todo oscuro y les ves brillar los ojos en el río. Pero el más peligroso era el jaguar, del que la organización nos había advertido.

¿Qué os dijeron?

En alguna etapa nos decían los puntos kilométricos en los que podíamos encontrarnos jaguares, zonas en las que ellos iban a comer. Nos dieron un pequeño curso de supervivencia antes de la carrera y nos dijeron que si veíamos un jaguar no echáramos a correr porque se sentiría intimidado y entonces nos atacaría y nos alcanzaría fácilmente. Pero el peligro más real para nosotros eran las serpientes, las pisas sin querer porque vas por mitad de la jungla.

¿Has pasado miedo en algún momento?

Miedo real no. Los ritmos de carrera a veces eran tan altos y la concentración para no perderse era tan grande que no prestábamos atención a los ‘bichos’. Los más rezagados sí que pasaron más miedo, acababan de noche casi todos los días. La verdad es que aunque pensaba en los peligros de vez en cuando estaba más pendiente de las cosas de la carrera: que no se me cayera el material, que iba por el camino adecuado, etc.

Aunque ibas concentrado te perdiste en una ocasión…

Sí, fue en la etapa larga de 110 kilómetros. Salimos a las 4:30 de la mañana y llegamos casi a las 3:30 del día siguiente. El alemán y yo nos perdimos durante una hora y nos asustamos un poco porque no llevábamos agua. Nos saltamos las señales y cuando nos quisimos dar cuenta no sabíamos cómo volver. La jungla es igual en todas partes. Al final conseguimos regresar, pero el riesgo de deshidratación fue muy alto.

Por si fuera poca complicación, te quedas sin comida a falta de dos etapas…

Hice mal las previsiones de la comida. Yo tengo como experiencia carreras en desiertos de arena y siempre tomaba una pastilla de sales cada hora, pero aquí en la selva el desgaste es mayor y consumía hasta tres pastillas seguidas. Llegué a los últimos dos días con solo 800 calorías de comida, llevaba el estómago vacío e iba dando arcadas, así que decidí sacar la pasta de dientes… Me sentó como un tiro pero me quitó esa salivación de cuando tienes hambre.

¿Cómo es correr en la jungla?

Hay kilómetros de todo tipo. Vas cruzando obstáculos, evitando árboles caídos, pasando por ciénagas, rocas… También hay zonas de selva pura, donde tienes que abrirte paso entre la vegetación y las lianas. Ahí la temperatura estaba entre los 35 y 40 grados, pero si te salías a los caminos del exterior el calor era mucho peor.

¿Te divertiste?

Por supuesto, es una experiencia única, aunque también sufrí mucho. La verdad es que yo al principio no quería ir a esta prueba, pero al final me convencí y luego no piensas tanto en los bichos que te puedas encontrar. Ahora me queda el recuerdo y todavía unas cuantas ampollas porque me he venido con los pies destrozados jajaja.