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La milagrosa historia de Juanjo López

Sobrevivió a una cogida de toro y ahora es trailrunner

Daniel Sanabria.

La milagrosa historia de Juanjo López
La milagrosa historia de Juanjo López

Poco después de cumplir los 30 años Juanjo López sufría una grave cogida en las fiestas de su pueblo. Era recortador, y su error al fintar al toro estuvo a punto de costarle la vida. La cornada le arrancó con violencia la femoral y empezó a perder sangre dramáticamente. Estuvo a escasos segundos de morir, pero los médicos lograron lo que parecía imposible. “Soy el único superviviente en el mundo con una cornada así, fue muy parecida a la de José Tomás en México, pero la mía con arrancamiento de la femoral desde la base”, nos cuenta recién aterrizado de Marruecos, donde a finales de abril disputó la emblemática Titan Desert. Tras un puñado de complicadas operaciones, Juanjo logró salvar parte de su pierna y la amputación se hizo por debajo de la rodilla. Tuvo suerte, es consciente de ello y no trata de engañar a nadie. “Lo complicado fue salvarme la vida. Después cuando me dijeron que me iban a cortar una pierna ya era lo de menos”.

Aún convaleciente en la cama del hospital, asimilando la pérdida de parte de su cuerpo, el valenciano preguntó por soluciones para volver a correr. La idea de comprar una prótesis fue tomando fuerza en su cabeza hasta que cinco meses después del accidente se hacía con una de competición. En sus planes no entraba abandonar el deporte pese a perder una pierna. Juanjo es un tipo tan duro como optimista, y a día de hoy asegura no haber derramado una lágrima por todo lo que sucedió. Lo aceptó y aprendió a manejarse en su nueva vida.

Y la verdad, no le ha ido nada mal. Ha logrado ser el primer corredor español en terminar un maratón de asfalto (Valencia, 2014), campeón de Europa de Medio Ironman y tercero del mundo en triatlón de Larga Distancia. También ha superado muchos retos personales, como coronar el pico Aneto, y ha abierto una tienda de deportes en su pueblo. Desafíos que ni siquiera podía imaginar durante aquellos 42 interminables días en la cama del hospital, el maratón más duro de su vida.

“Soy muy feliz”, nos dice con voz limpia a sus 36 años. Desde luego, el deporte tiene gran culpa de ello, pese a todas las complicaciones que encontró en el camino. Se quitó los miedos de encima y decidió que quería adentrarse en un mundo hasta entonces desconocido para el ser humano: correr por montaña con una prótesis. “Me convertí en un pionero”, asegura. Y es que no existían referencias de que se hubiera intentado antes. Juanjo tenía muchas dudas y nadie a quien preguntar. Se encontró en soledad ante un desierto. La incertidumbre, otro obstáculo más.

“Para mí este es un deporte muy peligroso porque el terreno me dificulta todo bastante”, comenta Juanjo López a modo de introducción a la larga lista de problemas que encuentra cada vez que va a la montaña. El primero es afrontar el terreno abrupto con una prótesis de fibra de carbono que cuesta 7.000€, algo que no todo el mundo puede permitirse. “Es un lujo para nosotros. Ahora mismo mi pala está a punto de romperse, no sé si llegará a fin de año. Está agrietada y desgastada, y sé que algún día corriendo se me partirá y me pegaré una ostia”, comenta entre carcajadas el valenciano.

Por eso mima su ‘pierna de adopción’ como a un hijo. Para proteger su prótesis adapta una suela de zapatilla de montaña a la base, mientras que refuerza el resto de la pala con láminas de caucho para evitar que se dañe en las bajadas, donde va tocando piedra y se desgasta. “Tengo que proteger mucho el carbono, pero al final de tanta flexión de correr la prótesis sufre un gran estrés y acaba muy tocada”, nos explica.

A este gran obstáculo económico se suma el de avanzar sobre un terreno abrupto y cambiante como es el que presenta la montaña. Juanjo no tiene tobillo y no puede adaptar la pisada cuando las piedras imperan en su camino. Aun así, durante estos últimos años ha ganado destreza en terreno técnico. “En los descensos tiro de la pierna buena y bajo ladeado, para buscar una zona de apoyo más amplia. Tengo buena propiocepción con el pie derecho, y con el otro es más cuestión de dar brincos. Pero lo peor es el desgaste mental, porque tengo que ir anticipándome siempre con la cabeza para saber donde tengo que apoyar y no puedo equivocarme. Si cometo un error me romperé  la rodilla, que es la primera articulación que tengo.

De hecho, Juanjo se ha caído muchas veces. Las mismas que se ha levantado. Tanto en la vida como en la montaña. Su ánimo supera todas las barreras y desde hace unos años cuenta con el patrocinio de la marca Lurbel, que le apoya con material y subvenciones para sus desafíos. Entre ellos estuvo el del Río Calar, en Albacete, y media docena de carreras por montaña en la provincia de Valencia. Todo el mundo le conoce en su tierra, “y muchas veces me piden que no les adelante y les deje en ridículo”, asegura entre risas Juanjo, que desprende optimismo en cada una de sus palabras.