Hoy voy a hablar sobre la última polémica generada a raíz de lo acontecido con los insultos de algún iluminado contra Luis Alberto Hernando durante el transcurso de la Ultra Pirineu. La verdad es que ya llega un punto donde uno piensa si todo eso que nos enseñan en las escuelas o la mera educación que recibes en casa es suficiente.
Me gustaría decir que se trata de un caso aislado pero lamentablemente no lo es. Toda esta mierda que se han inventado nuestros representantes electos para salvaguardar su poltronas (y tengan por seguro que el tiempo me dará la razón) solo ha servido para que en cierto modo afecte al deporte también.
Estamos viendo como continuamente las redes sociales y la cotidianeidad de nuestros días se están convirtiendo en auténticos tribunales de justicia donde el odio y la animadversión están creciendo y solo por un motivo que es el que más me preocupa: ser diferente.
Hace tiempo que estoy leyendo auténticas salidas de tono hacia corredores propias de los hooligans en un campo de fútbol.
Me jode que se está jugando con la ilusión de muchas personas que se aferran a un sentimiento, una ideología o propiamente una seña de identidad. Y… ¿Qué hay de malo en todo esto? ¿Por qué nos molesta tanto que alguien pueda portar su bandera? Me preocupa que se insulte gravemente a los corredores y las corredoras que manifiestan públicamente sus sentimientos, ya sean independentistas o no. Es su opción. Puedes estar de acuerdo o no, lo admito, pero llegar a leer las burradas que se están vertiendo últimamente creo que está bastante alejado de los valores que transmite el deporte y, más a mi favor, si hablamos de los deportes de montaña, que deberían transmitir el mayor de los respetos por poder celebrarlos en esos escenarios.
Que se dediquen a subir a la montaña para insultar a alguien cuya única culpa es la de dedicar su vida a salvar vidas en la montaña e intentar ser el mejor en su deporte, tiene que ser de un derroche de talento de la ostia. Me imagino que por la noche tuvo que llegar a casa agotado de la gesta. Supongo que habrá logrado que le pongan una placa en su buzón o algo así. Al menos ya consiguieron ser héroes por un día. Yo no sé qué le pasó a esa gente por la mañana ni me lo quiero imaginar, pero desprenderse de tanta energía tiene que dejar a uno con los ojos ensangrentados de placer.
Eso de generalizar lo hacen los necios y los ignorantes. Eso de que todos los unos o los otros son esto y lo de más allá vamos a dejarlo ya, hombre, que somos adultos para diferenciar. ¿No os parece?
Es muy triste como se está atacando a corredores catalanes, vascos, gallegos, asturianos, franceses, mongoles, chinos, etc, porque están orgullosos de representar a su tierra, la tierra donde nacieron y con la que se sienten identificados. Todo nos molesta, da igual que tengamos o no razón. Pues yo soy asturiano, y sí, estoy muy orgulloso de mi tierra, una tierra llena de montañas y… ¿Por qué no voy a poder entrar en una meta con mi bandera? Parece ser que ahora hay banderas de primera y de segunda. Llevar ciertas banderas parece ser que molesta porque a algunos los teletransporta a una época pasada que posiblemente ni hayan vivido. Podría tratarse de la Guerra Civil Española pero también de muchas otras situaciones pasadas.
Me pregunto qué culpa tienen los corredores de sentirse identificados con una manera de pensar o qué culpa tienen de nacer en una tierra de la que están orgullosos. Se supone que eso es lo que queremos todos. Lo mejor para los nuestros y para nuestra forma de entender la vida. Vamos a competir con un dorsal y lo demás vamos a meterlo en el cuarto oscuro.
Vamos a intentar detener esta sangría, dejar la política para los innombrables, seamos racionales y diferenciemos las cosas. Que el apartheid es pasado, que Hitler ya no existe, que los hippies ya no están y que Elvis está muerto. Vamos a dejar la berrea para los ciervos y muchas veces vale más cerrar la boca y hacerse pasar por tonto que abrirla y despejar las dudas definitivamente.
No olvidemos nuestro pasado pero tampoco hagamos sentir culpable a alguien por ser diferente a ti, que tú no tienes la patente. Aprendamos de nuestros errores y sobre todo no dejemos de mantener algo fundamental y vital en las relaciones con nuestros semejantes: respeto.
Quiero un deporte donde pueda competir en mi tierra con corredores de todas partes, me da igual que sean de donde sean y cuanto más diferentes sean mejor. Así aprendemos más y que visca el trail.